Lispector reduce la existencia a plasma informe e impulsos eléctricos, se basa en la contemplación de una habitación vacía en la que irrumpe una cucaracha silenciosa e inmunda, para regresar el principio, a lo atávico, a los orígenes más ancestrales, diseccionando el miedo y el asco y estableciendo los principios básicos: la vida, abierta en canal y expuesta bajo un potente foco de luz, el de la mente insana de la protagonista, que ahora ya aprieta tan fuerte la mano que nos hace daño.
Dar la mano a alguien ha sido siempre lo que esperé de la alegría.
La originalidad es este libro; el virtuosismo, lo bien escrito que está, y la musicalidad que se desprende entre líneas a pesar de tratarse de una traducción (buen trabajo). La introspección llevada al extremo, literatura de alto nivel.
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