lunes, 24 de junio de 2013
"El sexo y el espanto" - Pascal Quignard
El taedium de los romanos se prolongo hasta el siglo I. La acedia de los cristianos apareció en el siglo III. Reapareció bajo la forma de melancolía en el siglo XV. Regresó en el siglo XIX con el nombre de spleen. Y regresó en el siglo XX con el nombre de depresión. No son más que palabras. Un secreto más doloroso habita en ellas. Del orden de lo inefable. Lo inefable es lo "real". Lo real no es otra cosa que el nombre secreto de lo más detumescente en lo profundo de la detumescencia. A decir verdad, no hay más lenguaje que el lenguaje. Y todo lo que no es lenguaje es real.
El sexo y el espanto. Pascal Quignard, Editorial Minúscula, 2006.
Quignard, como novelista, es asombroso: como ensayista, admirable.
Siento verdadera ansiedad por seguir consiguiendo libros suyos, pero eso me hace sentir bien.
Etiquetas:
Editorial Minúscula,
ensayo,
historia de la sexualidad,
Pascal Quignard
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El más grande escritor vivo de las letras francesas (lo siento por el señor Houllebecq).
ResponderEliminarDe una sensibilidad superior.
Una recomendación maravillosa que debería seguir todo el que recales en estas costas.
Buena refñexión sobre la ansiedad lectora... Ojalá en la vejez uno pudiera conservar ese sentimiento de agradable frustración, significaría que nunca se ha perdido la curiosidad y, presumiblemente, se habrá leído muchísimo, tanto como una vida puede dar de sí.
ResponderEliminarLos libros nunca fallan, somos -de algún modo- lo que leemos.
Totalmente de acuerdo, Houellebecq no tiene nada que hacer: Quignard juega en otra liga. Deliciosamente lírico y además, provisto de magníficos conocimientos académicos... ¿algo más...?
ResponderEliminarRecientemente añadido a la espera para releer: "Butes". <3
Por una vez que sea el visitante el que deja una recomendación en el Mar, "Terraza en Roma", novela de reverencia continua. Existe una película maravillosa cuya banda sonora es del grandísimo Jordi Savall (casi íntegra interpretada con una viola de gamba), al que, por cierto, impuso Quignard como condición para ceder los derechos.
ResponderEliminarButes, amor absoluto, pura literatura.
Muchísimas gracias, "la gente del mar de letras" (mis dos yoes enfrentados y contradictorios) tendrá en cuenta las recomendaciones...
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