No es necesario ser una habitación
para estar embrujada,
no es necesario ser una casa.
El cerebro tiene pasillos más grandes
que los pasillos reales.
Es mucho más seguro encontrarse a medianoche
con un fantasma exterior
que toparse con ese gélido huésped,
el fantasma interior.
Más seguro correr por una abadía
perseguida por las sepulturas
que, sin luna, encontrarse a una misma
en un lugar solitario.
Nosotros tras nosotros mismos escondidos,
lo que nos produce más horror.
Sería menos terrible
un asesino en nuestra habitación.
El prudente coge un revólver
y empuja la puerta,
sin percatarse de un espectro superior
que está más cerca.
Emily Dickinson
"El viento comenzó a mecer la hierba"
Nordicalibros, 2012
Ilustraciones de Kike de la Rubia
Selección de poemas de Juan Marqués
Traducción de Enrique Goicolea
lunes, 11 de junio de 2012
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ResponderEliminarbeso
D
Sublime
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