jueves, 23 de septiembre de 2010

XXIV

Mientras escribo algo en el metro para este blog, una señora escribe a su vez algo a mi lado. Ni siquiera había reparado en su presencia, pero ahora me fijo en lo que está escribiendo (mientras cubro, disimuladamente, lo mío).
Y leo.

Huevos
Cables
Suavizante ropa

Lo guarda y yo salgo del vagón y corro a encerrarme en un pozo con un bate de béisbol dentro. Una vez más, ha ocurrido: he depositado mi fe en un ser humano y

me he

trizado

los dedos.

2 comentarios:

  1. Sencillamente brillante Mar, uno no deja de sorprenderse.

    La misma fe que depositas a fondo perdido en el común de los mortales, la provocas en otros sin saberlo con escritos como este.

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  2. En realidad ahora me da un poco de pena, la señora. Ella no tiene la culpa de tener mala memoria...

    Además, para los que no hayan leído a Murakami, acabo de quedar como una loca (otra vez).

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