domingo, 1 de enero de 2012

2011. Las mejores lecturas.

Es inevitable, llega esta noche y nadie escapa a la melancolía. La euforia de la gente en la calle, el colorido que anula el poco frío que hace y el sonido de los petardos atronadores hacen que de alguna forma uno se obligue a hacer recuento, uno, de lo que sea. Por alguna razón somos incapaces de evitar tener la sensación de que algo termina para dejar paso a algo nuevo... que será mejor, queremos pensar que siempre será mejor.

Mi recuento es acerca de los libros que he ido comentando aquí a lo largo del año (ya de por sí, mis favoritos). Los que me han gustado tanto, tanto, como para convertirse en inolvidables, emocionantes y geniales, son los siguientes...


La poesía de Leopoldo María Panero fue un hallazgo espectacular, leerle supone transitar por caminos muy oscuros pero cargados de sabiduría y de referencias magistrales, por eso fue un honor poder estrechar su mano cuando firmaba ejemplares en la caseta de la Feria del Libro.
Asco y Vivir y morir en Lavapiés, del zamorano Barrueco, dos novelas que se han publicado con muy pocos meses de diferencia y que harán las delicias de todos aquellos quienes disfruten de la literatura de la nueva generación de escritores que sabe lo que hace, que escribe por absoluta vocación y dedica a la escritura muchas horas de cada uno de sus días, llenando páginas de historias encantadoras y muy bien escritas detrás de las cuales se agazapan multitud de referencias de la más alta calidad literaria.

Qué decir de Cărtărescu... probablemente sea el autor que he descubierto que más me ha impactado este año. Su forma de narrar es indescriptible, magistral, evocadora, sutil, onírica... increíble y perfecta. Cegador me encantó pero Lulu me marcó de una forma especial, fue un descubrimiento realmente genial.




Independientemente de que Los enamoramientos haya sido considerada por muchos medios la novela del año o no, para mí siempre es una fiesta cuando se publica una obra nueva de Javier Marías, y en este caso no iba a ser menos. Como seguidora acérrima, incansable y voraz de Marías desde hace ya 10 años, esta novela no se encuentra entre mi trío de favoritas teniendo en cuenta el resto de su obra (que he leído completa) y, aun así, me parece que es una gran novela, está maravillosamente bien escrita y merece todos y cada uno de los premios y reconocimientos que le han otorgado desde su publicación, en estos meses.

También han sido un hallazgo otros libros, y me han deparado muchas horas de compañía y me he reconocido en sus líneas. Por ejemplo, he leído varios libros de Robert Walser, aunque no los haya reseñado todos, y me han parecido estupendos. Es un escritor magistral, de los grandes.

Leyendo a Vila-Matas pensé seriamente que podría haberse convertido en mi escritor favorito si hace años no hubiera descubierto a Javier Marías, que ocupó ese lugar sin remedio. Vila-Matas tiene en su literatura muchas de las características que encuentro en la de Marías y que me hacen adorarla: es sobre todo la consistencia y la coherencia a lo largo de toda su obra, los paralelismos que establece en artículos y novelas, son señas de identidad que los incondicionales reconocemos y nos hacen sentir dentro, como si de alguna forma perteneciésemos a ella. No sé explicarlo de otra forma, supongo que hay que leerlo y darse cuenta.

Querría poder habitar los mundos que surgen de la imaginación de Gaiman: oníricos, mitológicos, irreales y perfectos. El libro del cementerio, Stardust, American Gods y la mítica e impresionante The Sandman son obras que pertenecen a la más alta literatura y que se han instalado para siempre en mi imaginario de género fantástico (en todos los sentidos, esta vez). Adoro a este tipo, y no sé de nadie que después de leerle y de conocer también la obra musical de su pareja, Amanda Palmer, no planee alguna artimaña para engañarles y llevarles a vivir a su salita de estar para siempre.

Mi propósito para 2012: leer más.

Besos mil.

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