Hace unos días nos dejaba David. David González Poeta.
El 6 de febrero se hacía dolorosamente real esa última palabra del último poema de su último libro publicado: Fin.
Durante los últimos meses, David había compartido por redes sociales la situación tan dura que estaba viviendo, con un cáncer inoperable que le estaba consumiendo. Como no podía ser de otra manera, lo hacía a su estilo, bravo, directo, transmitiendo una energía que no sé de dónde la sacaba. Genio y figura, David, genio y figura.
Su forma de luchar contra la enfermedad, cómo no, era la escritura. Escribía durante todo el día a pesar de las limitaciones físicas que sufría. Decía a sus seguidores, entre otras cosas, que él no era ningún valiente, que no podía luchar porque no tenía las herramientas para hacerlo: que no podía operarse a sí mismo ni inyectarse los medicamentos. Él, decía, solamente resistía las perrerías que le hacían los médicos intentando salvarle la vida. Restando heroicidad a su situación y manifestándose en contra de esa valentía que suele ir asociada a los enfermos de cáncer. Algo que sin querer convierte en cobardes a quienes no luchan, y es que esa idea es muy cruel. Precisamente el gran sentido de la justicia y las ideas tan claras es algo que perdemos con la marcha de David, y es que David rompió el molde.
...libre y bravía como el mar |
David era alguien más que un escritor al que admiras.
Leo sus libros desde que era una cría que iba al instituto y de eso han pasado muchos, muchos años. Durante un tiempo, mientras vivía en Madrid, no me perdía ninguna de las presentaciones de libros o recitales a los que él se desplazaba. Atesoro con mucho cariño una carpeta con sus emails en mi correo electrónico.
En esas misivas virtuales me hablaba de libros por supuesto, de su desencanto con el mundo literario, de política, de todo un poco. Incluyó una reseña mía en el libro "El lenguaje de los puños". Alguna vez me envió algún libro adjunto en PDF, en esos emails. Con toda la confianza. Eso no lo hace nadie, joder. David era un colega. Era un gran tipo.
A mí me parece que en esta foto es la Literatura la que besa a David, porque creo que eso fue lo que le pasó en la vida.
Quienes conozcan su historia y sepan cómo descubrió la poesía y cómo se convirtió en el poeta maldito de su generación, sabrán de lo que hablo.
Siempre me ha resultado imposible leer cualquier cosa escrita por él sin escuchar a la vez su voz resonándome. Releía ahora algunos poemas, algunos correos y le estaba escuchando hablarme al oído. Creo que a cualquiera de sus lectores le sucederá igual.
Si he de morir...
"Para mí la poesía, y voy a decirlo claramente, es como un sol que sale de noche. La poesía debe iluminar los rincones del alma. Están muy bien los poemas de amor, pero la poesía debe iluminar el lado oscuro del hombre.
(Minuto 12:10 de este increíble vídeo que ya compartí por aquí hace tiempo).
No tengo nada que decir sobre la literatura de David que no haya dicho ya en todos estos años. Su mensaje, potente, irrepetible y sus palabras, poderosas, están en sus libros. Leedlos.
Su obra está repartida en una inmensidad de editoriales y colecciones tan caótica que no siempre es fácil localizarlos, pero algunos de los títulos son relativamente fáciles de conseguir.
Su obra está repartida en una inmensidad de editoriales y colecciones tan caótica que no siempre es fácil localizarlos, pero algunos de los títulos son relativamente fáciles de conseguir.
Las luciérnagas tienen una vida muy corta. Pero mientras viven irradian una preciosa luz propia, y eso fue lo que hizo David, brillar. "La canción de la luciérnaga" es el canto de una poderosa luz que ya se apaga. Es la despedida de un poeta que sabe que se va. Ahora, el mar Cantábrico ya no verá nunca más a David afanado en su escritura tras la ventana de su estudio, como un vigía en tierra, observando y escribiendo desde el lugar más alto de la Plaza de la Soledad.
Que la tierra te sea leve, mi querido David. Tu amiga, forever, con un abrazo fuerte y solidario, agradecido, enorme.