miércoles, 28 de noviembre de 2018

"Vegetarianos concienciados: manual de supervivencia" - Lucía Martínez


Leí hace un tiempo la primera entrega de Lucía Martínez en materia de vegetarianismo, “Vegetarianos conciencia”, que llenaba un hueco muy necesario en librerías. Apenas había bibliografía en español con información válida y actualizada que sirviera de manual para un público general interesado por esta opción de vida. Desmontaba falsos mitos nutricionales, informaba con rigor sobre las propiedades de los alimentos y analizaba desde diferentes puntos de vista, todas y cada una de las motivaciones que nos pueden (y deben) llevar a optar por un estilo de vida más consciente, ético, empático, saludable y bien informado.

Así pues, en cuanto me enteré de la publicación de esta segunda parte, fui preparando el boli de tinta dorada para subrayar, porque sabía que iba a ser genial. Y, spoiler: lo fue. Superó con creces mis expectativas.

Esta vez, el contenido no solo es diferente y actualizado, sino que remite al anterior en algunos puntos (y también a su blog, donde el contenido del libro anterior está volcado casi en su totalidad y puede consultarse gratuitamente) pero continúa ampliando y explorando otros aspectos que en la anterior ocasión no tuvieron cabida.

Para empezar, me encanta que haya dedicado tanto espacio y explicado tan bien todo lo referente al auge de los alimentos procesados para veganos y vegetarianos, me explico: tradicionalmente, la población que seguía una alimentación basada en plantas, exenta de animales muertos, tenía una salud muy buena. Su elección, a la mayor parte, les llevaba a informarse bien en cuestiones de nutrición, rechazaban sustancias tóxicas y tenían un estilo de vida activo facilitado también por su buena alimentación (por ejemplo, las malas digestiones y los atracones redirigen al sofá y no a salir a hacer deporte, y es un círculo vicioso). Sin embargo, la industria alimentaria ha detectado el declive en las ventas de cadáveres de animales y se ha puesto a investigar rápidamente para recuperar ese nicho de mercado. Así, empresas lecheras han sacado a la venta bebidas vegetales, o empresas carniceras, hamburguesas o salchichas hechas también con ingredientes de origen vegetal. Parece increíble pero es así.

Esto tiene muchas lecturas. Una de las más graves es que adquiriendo esos productos financias a una empresa sin ética, que cría animales para esclavizarlos, maltratarlos, matarlos y venderlos descuartizados en bandejas de plástico. Aunque lo que estés comprando sean hamburguesas de tofu con berenjena. Y otra cosa tanto o más grave es que sería mejor que te las hicieras en casa porque las que venden hechas tienen añadido un montón de azúcares, almidones, conservantes y todo tipo de aditivos químicos que las hacen de todo menos saludables. La etiqueta veggie de color verde induce a error, no todo lo vegetariano es sano per se. Sobre esta cuestión de los procesados veggies, Lucía Martínez se explaya y no deja lugar a dudas sobre todos los aspectos, desde su visión ética y científica.

Otro tema que no puedo entender es cómo puedes ser vegano o vegetariano y probar cada cosa que sale al mercado “imitando” el sabor, olor, color y textura de la carne, me resulta perturbador. No quiero un filete ni por supuesto nada que me lo recuerde, en el momento que me apetezca morder carne ya me pegaré un mordisco en el brazo o me uniré a una secta de caníbales, de forma que no mate directa o indirectamente a ningún inocente, en fin.

En mi caso, decidir no comer más animales asesinados fue muy sencillo, y si echo la vista hacia estos años atrás, resulta que es una de las mejores (si no la mejor) decisión que he tomado en mi vida. No sólo porque sea algo maravilloso, «gente corriente tomando decisiones extraordinarias», (pág. 188), sino porque suelo equivocarme en todo lo que hago, y esta es una de las pocas cosas de las que sentirme orgullosa. Eso, y mi independencia, que por ser un tanto extrema es probable que del vegetarianismo sea de lo único que no me arrepentiré cuando sea vieja.

A partir de la página 72, tenemos recetas sencillas para tomar como base y echar a volar la imaginación montando platos deliciosos, súper saludables y muy nutritivos. También, muchas ideas para una cesta de la compra económica, sostenible y sana. 

También hay espacio para afrontar las zancadillas con las que nos encontramos cuando salimos a la calle en este mundo carnicero y hostil, qué podemos elegir cuando tapeamos o cómo podemos afrontar el típico menú del día trasnochado y poco atractivo… que además de vegetariano o vegano, sea saludable.

Me he sentido tremendamente identificada hasta la última coma de este libro, excluyendo, puesto que nunca me ha afectado directamente, la parte de la tremenda desinformación a nivel nutricional del personal sanitario de este país, puesto que por suerte no he necesitado que me atiendan nunca en aspectos nutricionales. Únicamente, me sucedió que mi médica de cabecera no sabía que los niveles correspondientes a la vitamina B12 que ofrece la analítica de la Seguridad Social, no están exentos de alteraciones debido a los análogos de la misma, ni que había que realizar un examen específico para determinar en qué valor me encuentro realmente. También, me dijo que si tomaba huevos o lácteos puntualmente, mis requerimientos estarían cubiertos, lo cual no es totalmente cierto (la cantidad necesaria para alcanzarlos, si no me la suplementaba, desplazaría otros alimentos y mi alimentación estaría desequilibrada). Pero no hizo aspavientos y le pareció estupenda mi opción de vida, así que no se lo tengo demasiado en cuenta. Algo que recuerda Lucía Martínez sin descanso, es que para cuestiones de alimentación acudamos siempre a un dietista-nutricionista, que es el profesional más adecuado y con formación específica y actualizada. No porque tenga nada en contra de los médicos, por supuesto, sino por algo tan sencillo como que si te rompes una pierna no acudes al odontólogo. Por eso.

Me encantan las citas que abren los capítulos, me encanta el estilazo y la ironía de Lucía escribiendo, no me gustan demasiado los párrafos con tinta naranja con que se han maquetado algunas partes, me encanta su respeto por la naturaleza y el ímpetu que la empuja a compartir sus conocimientos por el bien común, me encantan también sus compañeros del Centro de Nutrición Aleris y la energía tan bonita que desprenden entre todos, sólo puedo decir, GRACIAS.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Visita de László Krasznahorkai en Madrid


Hace unos días, el escritor húngaro László Krasznahorkai visitó la Residencia de Estudiantes de Madrid en un acto organizado por la editorial que publica su obra en España, Acantilado. La encargada de presentarlo y entrevistarlo fue la escritora y crítica Mercedes Monmany. Aunque la traducción simultánea por momentos fue muy inconsistente y atropellada, conseguí quedarme con algunas anotaciones de las palabras del autor de "Tango satánico", que a continuación transcribo (no son literales, pero sí me parecen interesantes, surgieron a raíz de que se le considera un autor muy derrotista o negativo):

Entre el caos y el orden hace falta optimismo. El mal siempre es más fuerte. La aparición del mal es inesperada, porque nunca contamos con que al siguiente segundo nos va a pasar una desgracia, y siempre pensamos que tendríamos que haber salido un segundo antes para que no nos llegara la catástrofe. Mucha gente percibe la aparición del mal. El miedo al mal es tan fuerte que tiene muchos profetas histéricos. Cuando el mal aparece, empieza un proceso y no hay marcha atrás. El mal no es una noción abstracta, no es la expresión animal del hombre. Un animal nunca va a ser malvado. Hace algún tiempo, mientras subía en coche una empinada carretera de montaña, a lo lejos en la calzada percibí una mancha que no identifiqué: era un perro sentado junto a otro perro atropellado. Era la imagen de la fidelidad. Entendí que debía parar el coche y continuar a pie hasta mi destino porque cuando encuentras una señal del mal, lo más aconsejable que puedes hacer es ir caminando hasta la ciudad más cercana.

Los que me stalkeais en Instagram veis este tipo de cosas en directo, y si seguís a las editoriales os avisarán de este tipo de eventos con la suficiente antelación, y en ellos nos encontraremos.

"Queer: una historia gráfica" - Meg-John Barker y Julia Scheele


Por alguna absurda razón, tenía reticencias sobre este libro antes de leerlo. Más que absurdas, porque la editorial Melusina no me ha decepcionado nunca, es más, me ha dado siempre grandes alegrías. Creo que es porque el diseño de cubierta me espantaba (lo sigue haciendo). El interior tiene ilustraciones de estilo cómic muy cuidadas, pero ese diseño para una primera impresión... en fin.

"Queer..." es un libro divulgativo que resume los grandes hitos de la teoría queer en orden cronológico para hacerla llegar al público. Es un libro muy necesario porque, como se comenta a lo largo de la obra, a menudo se ha criticado al movimiento por ser demasiado críptico y sólo apto para la comunidad académica de la cual procede, convirtiéndolo en un producto elitista. Por ejemplo, hace unos años Judit Butler ganó un premio a la obra más incomprensible.

Sin embargo, esto no es del todo justo porque otras ciencias no se juzgan bajo ese mismo rasero, ningún ciudadano medio exige, por ejemplo, que la teoría de cuerdas sea accesible para su nivel limitado de estudios primarios. Lo que sucede es que la teoría queer surge de las calles, de un movimiento social que empieza en el individuo, continúa en el grupo y por tanto sucede que lo personal es político: la gente rápidamente encierra el conocimiento nuevo en su pequeña cajita de limitada experiencia vital y se queda, en la mayor parte de los casos, con las cuatro soflamas que se hacen virales por redes sociales (muchas veces equivocadas o demasiado imprecisas). Esto mismo sucede con el tan maltrecho feminismo, otra teoría social que va de la mano de la teoría queer y que tan mal se entiende. Lo que sucede es algo así: se educa poco y mal  se lee poco y al revés  la red se llena de basura que poco o nada tiene que ver con el feminismo.

En "Queer..." se despejan y aclaran muchos conceptos clave y se resumen en pocas palabras las ideas que han aportado los principales autores. Algunos como Butler y Foucault disponen de más páginas que otros: ellos se consideran los máximos exponentes de las cuestiones de género y de la sexualidad, respectivamente.

También hay espacio para explicar el significado y la importancia del los feminismos negros, imprescindibles para entender el movimiento tal y como lo entendemos en estos momentos, mientras sigue su evolución y su lucha, que ya es imparable.

Mientras los límites de la teoría queer se desdibujan cada vez más, haciendo que sea complicado definirla con exactitud, el género recorre a su vez su propio camino y se dirige a un lugar sin límites ni normas a seguir: si el masculino es el blanco y el femenino es el negro, o viceversa, existe un espectro tan amplio de posibilidades con respecto al género como tonalidades en la escala cromática, y cada individuo es libre de situarse en el punto donde se sienta más cómodo o deambular entre varios, todos o ninguno. Asímismo, el femenino y el masculino como conceptos artificiales creados por los costumbrismos y la inercia de los hábitos en las diferentes sociedades, también desaparecen tras la pregunta: ¿pero quién determina qué es y qué hay detrás de cada concepto? Ya que la respuesta de la biología quedó obsoleta hace décadas y ya se ha comprobado que los roles son aprendidos.

"Queer...", en fin, es interesantísimo y no se lee tan rápido ni es tan banal como podría hacer pensar el formato con viñetas. El contenido es muy pertinente, actual e incluye una larga lista de bibliografía para ampliar contenidos. Me hace mucha ilusión recomendar este libro en el día que es noticia que Escocia (¡ese maravilloso país que no me canso de visitar!) hace historia porque será el primer país en impartir educación LGTBIQ+ en las escuelas. Enhorabuena escoceses, mis respetos.