El azar me lleva de la mano hasta una biblioteca pública y me quita la venda de los ojos delante del típico expositor de libros recomendados.
Entre otros libros anodinos que no sacuden mi abulia veraniega, enseguida me sorprende "Ser grieta" con un diseño b/n bastante sofisticado, una presentación editorial que promete al menos cierta calidad de contenido, y sigo detectando señales...: Sor Kampana, no me suena nada, pero esa K junto a esas connotaciones religiosas me está indicando protesta, lucha activa, insumisión, me gusta; las campanas me evocan rápidamente ese aviso al que se refería mi admirado David González en el vídeo promocional de su poemario "Campanas de Etiopía": La poesía es como una campana. Y yo soy el que la toco. Avisando del peligro. No me equivoco en absoluto. Por otro lado, al coger el libro había pensado que el pseudónimo correspondía a una escritora, por aquello de estar en femenino, y cuando lo abrí me di cuenta de que el autor era un tipo, un valenciano nacido en el 63, y entonces me gustó aún más. ¡Qué cañero!, pensé (y qué atrevido), y tampoco me equivocaba.
¿Dónde he estado encerrada para no haber conocido hasta ahora a este autor? Me pregunto. Nadie lo sabe. Lo importante es que ya lo conocí y que se encuentra a salvo y en remojo en este mar de letras saladas.
Dice el prólogo de David Trashumante, entre otras verdades:
Y es que ser grieta es luchar por recuperar la vida libre de convencionalismos sociales, escapar de la retórica rutina del engranaje y posicionarse del lado de los desheredados, de los inadaptados y los declarados dementes por el sistema uniformizador capitalista. Es posicionarse del lado de Los Despojos del Espectáculo y con ellos, El Alimaña, Alex Badal y cía..., hacer la gira más larga y patética de la historia de las promociones editoriales. Como recién cagaditos de Guy Debord, hijos bastardos de La Sociedad del Espectáculo que ya treinta y tantos años antes vaticinaba que nos íbamos a dar la gran hostia como especie.
Pienso en el gesto bobino que recibo cada vez que recomiendo a Guy Debord a gente que lee mal o que no lee nada, pienso en el escalofrío que me recorre el espinazo tras darme de bruces contra un muro de cemento una vez más por haberlo intentado..., y cierro los ojos mientras exhalo el aire despacio por haber encontrado, una vez más, alguien con quien entenderme —eso sí (cómo no), entre las páginas.
Sor Kampana, a quien da vida Antonio Belarte Aliaga, es creador de poesía social de buena calidad. No tiene nada que ver con los poetas a los que admiran últimamente las adolescentes, y que tras versos coquetos que aluden directamente a la emoción facilona y rápida, no transmiten nada. Al menos nada que sea cierto.
Aquí encuentro versos que me gustan mucho, de esos cargados de contenido, que no desperdician ni una sola de las sílabas de los que están compuestos, y que siguen transmitiendo más mensajes agazapados cuando el lector se toma un momento para leer entre líneas.
Ser grieta es ser el objeto punzante que rasga el muro de lo impuesto, ser el primer pinchazo que inicia la fisura, o ser uno más en un montón de granos de arena, ser uno de esos pececitos enanos que un buen día se agrupa con el resto y todos juntos se comen al pez grande; es atreverse y gritar hasta hacer desaparecer la injusticia, es no permitir que los convencionalismos tradicionalistas sigan provocando ni un segundo más de dolor a los más débiles.
(...) no les miréis a los ojos,
podríais veros reflejados
y morir de culpa o de asco.
Leo como un sediento emocionado, encontrando entre las páginas aquello que quiero leer |*| que me lea por dentro, y así es como llega sin avisar EL poema (que me destroza).
Si caes destrozado junto a un portal
y el horizonte es un adoquín;
si el pavimento te parte la cara
y los sueños reptan
buscando sumideros
en los que gotear su desencanto;
si el cielo es una pálida utopía,
desgarrada,
y el amor pasa de largo
y escupe al espantajo desparramado;
entonces,
y sólo entonces,
eres el poema,
un sucio poema
a punto de manchar el asfalto
y salpicar a los viandantes.
La cursiva, la negrita y las cicatrices, son mías.
Los versos de Sor Kampana han sido musicalizados por Extremoduro, Kutxi Romero, Marea y otros muchos. Comenzó su andadura en plena década ochentera valenciana y al parecer tiene un largo historial de literatura de combate que estoy deseando investigar en breve. Los aires punk, la pérdida de modales causada por el hartazgo, la protesta sin ambages contra la injusticia... me recuerdan al canal de YouTube de Koala Rabioso y por afinidad al grupo de punk-rock Penadas por la Ley; a las granadinas A.C.A.B.A.D.A.S. y a todos esos agitadores culturales de conciencias que cada día luchan, en fin, para abrirnos los ojos a todos.
(...) Mañana volveré a salir de mi infierno
para perturbar vuestra paz,
y os recuerdo que también caeréis,
ahogados en vuestro propio caos,
que la suerte se acaba,
que no espero permiso ni perdón,
que no pienso parar,
que nadie me detendrá.
Este libro es capaz de traerme incluso fantasmas como el de Percy Shelley y los tatuajes de botellas con mensaje dentro, a través de este poema (maldita sea) intergaláctico.
Toma unos poemas incendiarios,
introduce tus entrañas en una botella,
ponle una mecha de voz
y ya tienes dispuesto tu particular cóctel molotov;
sal recitando a la calle sin pasamontañas,
vuelca vehículos de prestigiosa estupidez
y levanta barricadas de desnudez,
enciende tu artefacto poético
y que arda el desamparo en los autobuses
y la soledad en cada esquina,
y que ardan los contenedores
de basura emocional.
Que resplandezca en las calles
al fin
la conciencia de saberse vivo,
las implicaciones del colapso necesario
y la risa
rebosando sumideros,
para que la empatía sustente nuestras vidas
y guíe nuestros actos
más allá de los sueños.
Este magnífico poemario está dividido en tres secciones, a saber: "Desde mundos resquebrajados", "Fisura a fisura" y "Abriendo grietas en el muro". Es en este último apartado donde el autor definitivamente se deja llevar y es más directo, artístico y cargado de contenido. De verdad que me entusiasma, podría seguir copiando poemas y poemas hasta transcribirlo entero; sólo unos versos más (a favor de los derechos LGTB), y adiós.
(...) Desde su cielo paternal
un ojo viril nos mira,
abrasador,
horrorizado,
beligerante;
y maldicen nuestros cuerpos desnudos,
y aborrecen los sexos indefinidos,
y condenan los roles descarriados,
somos y seremos humanos libres
gozando
las grandezas del instinto.
P.D.: La cursiva, la negrita y el escalofrío emocionado, una vez más, son míos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario