Nos encontramos ante una recopilación de relatos muy
particular, puesto que tiene como leitmotiv
la comida, desde el punto de vista de un escritor especialmente exquisito en
cuestiones culinarias que, con esta colección de relatos un tanto hedonista, ha
sabido unir a la perfección dos de sus mayores pasiones, que son la literatura
y la cocina. “Los dientes del corazón” reúne más de cuarenta relatos breves y
cada uno de ellos juega a ser una receta, aunque lo que encontramos al empezar
a leer es mucho más que eso: la explicación de un plato rodeado de una
situación, un hilo argumental, de la vida misma.
Ramón J. Soria Breña es el responsable de un blog en el que encontramos los textos culinarios que componen este libro, y otros muchos más. Este blog existe desde 2008 y navegando por él podemos encontrar absolutamente
cualquier tipo de receta que deseemos, y junto a ella, una historia que
difícilmente nos defraudará. Ramón también ha escrito novelas de aventuras y
prepara nuevos proyectos literarios relacionados con la comida.
Recetas noveladas
Según cuenta el propio Ramón J.
Soria en una entrevista, le resulta imprescindible dedicar tiempo y
esfuerzo a salvaguardar la cocina tradicional del desdén y el olvido al que se
está viendo abocada en los tiempos de superficialidad que por desgracia
vivimos. Cada vez se dedica menos tiempo a cocinar buenos platos elaborados a
base de productos frescos. Por un lado, la calidad de todos los productos se ve
disminuida porque la necesidad de abastecer a una población tan exageradamente
grande implica manipular de forma artificial animales y plantas para que sean
comercializables rápidamente.
Por otro lado, la popularización de la comida rápida
(también conocida como comida basura y no sin motivo), y la falta de tiempo de
la población sobreexplotada en sus trabajos, da al traste con la más mínima
posibilidad de dedicar tiempo a disfrutar de la elaboración y la degustación de
buena comida casera. Desde la noche de los tiempos, comer era un acto social
que implicaba muchas otras cosas beneficiosas para la sociedad; ahora
(imagínense una triste ciudad dormitorio) se trata de un acto que muchas veces
se realiza en soledad, con productos de mala calidad, precocinados, envueltos
en plásticos, de procedencia dudosa… mientras, para colmo, se ven en televisión
concursos de cocineros atacados de los nervios que para nada transmiten el amor
por la buena mesa.
Ramón J. Soria Breña es antropólogo y especialista en
cuestiones alimenticias, trabaja como crítico culinario y también es experto en
técnicas de supervivencia. Pensamos que ha cumplido con creces su objetivo al
escribir estos relatos si pretendía activar de nuevo en el lector las ganas por
preparar su propia comida artesana cuidando cada detalle.
Algunos ingredientes
de más
Cuando uno se enfrenta al reto de comentar una obra tan
especial como esta, puede caer rápidamente en el error de propasarse con el
empleo de metáforas culinarias haciendo juegos de palabras del tipo: “este
libro les dejará satisfechos”, “no esperen al postre para probarlo”, “relatos
jugosos en su punto justo de sal”, “una lectura que no empalaga”, “para todos
los paladares”, etc., todos ellos horrorosos, innecesarios y pueriles. Pues
bien, los dos prólogos de los que podría prescindir este libro son exactamente
así, y pueden ustedes obviarlos, si les parece oportuno seguir mi ejemplo.
Dicho lo cual, hay otro aspecto, en este caso propio ya de
los relatos, que no quiero dejar de afear, sin menospreciar en absoluto la
obra en su conjunto, que me parece una delicia. Se trata de la exagerada
relación que el autor establece entre la comida y el sexo. Quizá si solamente
encontrásemos unos pocos cuentos en los que los personajes jugasen a mezclar
sexo y comida, podría aceptarlo y darlo por bueno, pero la realidad es que
termina resultando molesto, por la insistencia.
Y es una lástima, porque los textos, insisto, poseen una
gran calidad. Sin embargo, el personaje principal, que suele encajar en el
mismo esquema en la mayoría de casos (hombre heterosexual de mediana edad, con
gran gusto por la buena mesa, saber hacer en la cocina, con fuertes
inclinaciones intelectuales y muy mujeriego) suele protagonizar multitud de
escenas en las que conquista a una mujer preparando para ella algunos platos
especiales y las escenas sensuales y/o sexuales se entremezclan en demasiadas
ocasiones con la comida. Independientemente de los gustos personales de cada
posible lector, la realidad es que tal insistencia, en la literatura (y perdón
por la licencia en el juego de palabras) empalaga.
Regreso a los
orígenes
Este libro destaca porque logra contagiar al lector las ganas por la buena cocina. Además, el
lirismo que desprende su prosa sencilla y directa es una reminiscencia a los
orígenes: con una descripción simple y nada engolada de una escena familiar en
la que la cocina es el punto alrededor del cual gira todo lo demás, es capaz de
transportarnos al mundo que nos está siendo arrebatado y en el que
verdaderamente querríamos vivir.
Lo que nos propone es el lugar del que procedemos, es decir,
el que existía antes de que una pantalla de cristal se interpusiera entre
nuestros ojos y la realidad desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a
dormir. Vivimos en una burbuja irreal, creamos necesidades que sólo pueden
satisfacer impulsos binarios y nos alimentamos de compuestos químicos que
seríamos incapaces de imaginar. ¿Por qué? Toda esta pérdida de calidad de vida
se lleva a cabo en nombre del progreso, y el progreso nos anima a pensar que es
lo mejor que nos puede pasar. Así la rueda nunca deja de girar, pero podemos
detenernos un instante y dejar que los relatos, tan sencillos y sabios de Ramón
J. Soria nos sacudan por los hombros y nos griten la verdad.
Comparto tu crítica en los "peros" que pones, tienes razón. Y te agradezco todas las cosas buenas que dices del libro. Hace muchos años, cuando comencé a pensar que había hueco en la red para un blog "de cocina" que no fuera "de recetas", pensé que una de las formas de hacer "la cocina" o "cocinar" interesante era mezclarla con "el amor", pensaba que ese "hilo" o pretexto narrativo podía ser estimulante, sin ser original, porque ese camino ya lo había abierto Laura Esquivel. Lo he pasado muy bien con el blog y luego con el libro. Siento la cocina como una militancia, porque los datos indican que cada vez cocinamos menos y comemos peor, a pesar de tanta TV culinaria y tanta moda. Pero, lo repito, muy agradecido por tenerte como lectora y crítica. Un saludo. R.
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