sábado, 13 de julio de 2013

Bye Bye Blondie - Virginie Despentes


Hace tiempo, comentaba aquí mis impresiones acerca de un libro estupendo, la Teoría King Kong de Virginie Despentes. Como decía entonces, en Teoría King Kong, Despentes reflexiona sobre la realidad femenina en la sociedad actual desmintiendo el mito de la mujer sumisa, dirigiéndose sobre todo a la mujer de clase media con destino sentimental prefijado, abriendo nuevas opciones a la mujer para imponer su voluntad y vivir según su criterio independientemente de los deseos masculinos que pretendan influirla.

Pues bien, hace pocas semanas, me topé por casualidad con otro libro de la misma autora, esta vez una novela, titulada Bye Bye Blondie. Es la primera vez que una editorial trae al castellano esta novela (Pol-len edicions), así que es una suerte (doble, además, porque el libro estéticamente es estupendo). Existen más libros de Despentes (en francés en el original) pero, al menos por el momento, no los tenemos todos disponibles en castellano, y varios están descatalogados y son muy difíciles de conseguir en el mercado de segunda mano: ojalá que Bye Bye Blondie sea en Pol-len el primero de muchos.

Bye Bye Blondie es la historia de amor entre dos adolescentes de estética punk en una pequeña localidad francesa, Nancy, a finales de los años 80. Con respecto al punk, ambos se sienten identificados con el movimiento gracias a la música y a la estética: tratándose de adolescentes, es comprensible que no encuentren reconocimiento en el calado social del mismo, pero tampoco lo hacen según crecen y pasan los años: ambos se conocen en un centro psiquiátrico por diferentes desórdenes mentales, y mientras la chica conduce su vida indefectiblemente hacia el fracaso, las drogas, el vagabundeo y las subvenciones sociales, él abandona la calle y reconduce su destino. 

Ella miró rápido al cristal de la marquesina y pensó que formaban una bonita pareja. Una punkita destroy y un skin psicópata, tenían presencia.

Su historia amorosa pasa por diferentes fases; en general, el libro es desgarrador y no voy a ocultar que leerlo es bastante duro. Sin embargo, encierra una cantidad ingente de frases subrayables e inolvidables, y Despentes se luce como la amazona que es, fuerte, salvaje, indomable pero con una capacidad apabullante para transmitir a través de las palabras.

También le gustaba ser una chica, sola en una pandilla de chicos, y que no le hicieran comentarios. Lo veía como una prueba de su valor “tú eres como un tío”. Cuando sólo era la prueba de que el mundo está mal hecho.

Como nexo de unión con la Teoría King Kong, tenemos a Gloria (alter ego de Virginie) peleando cuerpo a cuerpo con las autoridades que pretenden domesticar su cerebro para hacerlo afín a las convenciones sociales. Se rebela contra padres, profesores, psicólogos, policías y con todo aquel, en fin, que se le ponga por delante. Con una fuerte tendencia a la agresividad y la angustia, es incapaz de superar el comportamiento adolescente de negarse a todo porque sí con tal de imponer, por la fuerza y aunque a veces (sólo a veces) sea absurda, su voluntad. En este sentido, tenemos por un lado la injusticia que supone nacer en una sociedad en la que debes hacer exactamente lo que se espera de ti, y es genial que existan individuos que se rebelen y traten de cambiar el rumbo de esa costumbre establecida. Por otro, y como contrapartida, este es el caso perfecto de alguien que se rebela pero que acaba teniendo una existencia desagradable e insatisfactoria por no jugar con acierto sus cartas y perder toda la fuerza por la boca y por los puños. Al menos, el personaje de Gloria es alguien que lucha, no alguien que vive cómodamente a costa de otros y sin esfuerzo, y sólo dice o aparenta que lucha, como sucede en el mundo real tan a menudo.

A él no le gustaba su pelo rojo. Para empezar, había decretado que ella se afeaba y le preguntaba por qué, con tono de tío competente que ha pensado mucho. ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso ignoraba que podía ser bastante bonita? Como carta de presentación, Gloria lo encontraba bastante desagradable. Cero sensación de ser fea, ni repulsiva, en realidad. Por otro lado, es verdad que no se dedicaba a ligar con viejos psiquiatras de pelo blanco... Uno no puede gustarle a todo el mundo, pero el hombre estaba convencido de que, como a él no le gustaba, no era lo correcto. Por una vez, por esa vez, pensó en cerrar el pico.
Él empezó a hacerle preguntas sobre sexo, mirándola fijamente, probablemente para evaluar la reacción. Le habría gustado subirse a la mesa y patearle la cabeza para enseñarle a vivir y que la dejara en paz. Pero evidentemente, ese no era el mejor momento.
Ni de coña hablarle de sexo a ese viejo verde, cero enrollado, bajo esa luz tamizada de amarillo y aquel silencio pesado. Balbuceaba algunas respuestas lacónicas, evitaba su mirada. Encantada de tener plena confianza en su inteligencia escolar, esa que permite satisfacer las preguntas de aquella clase de tipos. Si no, estaría aterrorizada.
"¿Por qué cree que está aquí?
-Ese es el problema: no tengo ni idea."
Mala respuesta. Uno de esos casos jodidos en los que la franqueza, en realidad, no es la mejor opción. Se humilló un poco más:
"Estoy aquí porque mi madre comenzó a chillarme y en lugar de callarme le respondí igual..."
Mala respuesta de nuevo, se leía inmediatamente en la cara del viejo.
"Y en su opinión, ¿por qué rechaza usted ser una mujer?"
Gloria pensó guardarse los comentarios. Así que, aceptar ser mujer era recibir golpes sin querer devolverlos. Vale, capullo, por supuesto.
Mientras, no había sabido muy bien qué responderle. Tenía unas tetas como para que las rodara Russ Meyer, un culo de escándalo, y cuando la dejaban vestirse, le gustaba ponerse faldas con mallas rasgadas, vale, y en sus botas rangers había puesto cordones rosas, no salía nunca sin maquillaje, los ojos muy rojos, los labios muy negros y las uñas pintadas de verde... Era la única chica que conocía capaz de saltar la tapia con tacones... El viejo había manchado de comentarios algunas páginas antes de volver a los temas que consideraba cruciales:
-¿Por qué se afea? ¿Por qué ese corte de pelo? ¿Y ese color?

Si hubiera sido cantante de un grupo, eso le habría dado para hacer una canción "SOS, encerrada con los locos, el doctor quiere que vaya a la peluquería". Pero allí no le servía para nada.
Una vez más, cerrar el pico ¡eh! viejo imbécil, esto se llama movimiento punk. Nada que ver con que tengo un coño, una polla o un par de alas.

Existe una película homónima, dirigida por la misma Despentes y por el momento no disponible en España, en la que los protagonistas se hacen de carne y hueso tras la pantalla. Por lo visto, la relación heterosexual entre los dos adolescentes punkies se convierte en lésbica por arte de birlibirloque.

Se sintió muy gilipollas, una tonta del culo. Por haber esperado con esa confianza. Por haberse sentido tan bien con él. Por haber creído, aunque fuera por un segundo, haber imaginado que eso le podía pasar a ella, una cosa bonita, luminosa y fácil. “Pobre gilipollas”, se repetía, “esto te enseñará a vivir, puta estúpida”.

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