viernes, 25 de junio de 2010

En el avión


El hombre avanza por el pasillo

se sienta entre la ventanilla y yo

mira un momento hacia fuera

y luego baja la persiana.


Es de esa gente que se conoce

las nubes de memoria.


"Alfabeto de cicatrices" - Ana Pérez Cañamares.

jueves, 24 de junio de 2010

Sacrificio


Pues bien: maldito seas. - Abel

me llamo david,

y me esfuerzo, me esfuerzo,

dios sabe que me esfuerzo,

dios sabe lo mucho que me esfuerzo,

y, aunque no sea quién para decirlo,

no solo lo digo, lo escribo:

no creo haber obrado del todo

mal,

pero nada,

no hay nada que hacer.

el suelo que labro

no me quiere dar sus frutos,

el suelo que labro

no me quiere dar sus frutos,

como a caín,

sí, como a caín,

pero yo me llamo david,

ya te lo he dicho,

y ni siquiera tengo un hermano

al que matar.


David González, Poeta.

martes, 22 de junio de 2010

Bien común


Llevo un euro con ochenta
en el monedero
junto a tres botones,
una púa,
una moneda del museo
marítimo de Liverpool
y un condón de una marca
desconocida,
XL, eso sí,
presumamos
de lo que se puede.

Pero aún así
saco dinero porque
no sé si tendré para desayunar.
Los botones, la púa y la moneda
son míos.
Y en caso de querer
hacer un trueque,
no sé la talla
de condones
que se gasta
el camarero.

Javier Das. "Un año hablando solo", poemario inédito. Incluído en la antología "El Tejedor en... Madrid" (ed. L.U.P.I., 2010).













jueves, 17 de junio de 2010

Los rincones más oscuros: Antología del miedo

Es un placer tan grande aparecer aquí junto con gente a la que admiro tanto, que no sé como dar las

GRACIAS.

Y mi ENHORABUENA a quienes se lo han currado (Ana Patricia en la maquetación, David González, Poeta en la idea original y JAB en el prólogo), porque salta a la vista la calidad del resultado:


Soy una mierda de poeta - Carlos Salem


Soy una mierda de padre
una mierda de marido
apruebo raspando como amante
y siempre cateo como amigo.
y últimamente
he sabido que también
soy una mierda de poeta.
Porque un nenúfar me sigue pareciendo
un coño mustio
más que una sutil alegoría
de las murallas milenarias me interesan
más los triunfos nocturnos
que las brillantes derrotas a mediodía
y de los héroes la duda
y también de los malvados.

Soy una mierda de poeta
lo sé
porque me niego a exprimir mis palabras como piedras
o rocosas naranjas
hasta extraerles un zumo
tan volátil y exquisito
que sólo puedan disfrutarlo un par de selectos paladares.
y apenas me intereso por el sentido de la vida
cuando padezco una bronquitis aguda
o se irritan las ingles
y sus queridos suburbios.
Soy una mierda de poeta
porque dejo sueltas por el patio
a mis metáforas
y luego se escapan o se mueren
porque mi búsqueda del final del universo
nunca llega más allá de tres baldosas
y si la rima se arrima
la dejo seguirme por un rato
y después la espanto
por si acaso.

Soy una mierda de padre
una mierda de marido
apruebo raspando como amante
y siempre cateo como amigo.
y últimamente
he comprendido que también
soy una mierda de poeta.

Pero si un día
la poesía te pide ser
bufanda y bandera de la gente
lanza con hambre
florete sin bolita de pretextos en la punta
si quiere convertirse en un NO
más grande que un tsunami
y no sabes qué hacer
llámame al móvil
cabrón.
Soy una mierda de poeta
pero puede
que tenga para darte
un par de ideas.

Es interesante escuchar en tu cabeza, mientras lees esto, la voz rota con deje argentino de Carlos Salem, porque el poema ganará en matices y no te parecerá el mismo.

Bookbrella


El autor de este pedazo de invento pasó por nuestra caseta durante la feria del libro y nos regaló unos cuantos, los regalaba.

Así que, como agradecimiento, espero al menos que sirva de ayuda para su promoción mi comentario desde este rinconcito.

Para más información: http://bookbrella.com/

miércoles, 16 de junio de 2010

Feria del Libro de Madrid - reminiscencias


La Feria del Libro ha sido diferente este año, he vuelto a ser librera y he podido vivirla desde dentro.


- ¿Tenéis marcapasos?
- ¿Qué hay de balde?
- Pero, ¿cómo que no regaláis los libros? ¡Pues que le den a Gallardón!
- ¿Me das una bolsita? (Para qué, por dios, señora, si no lleva Vd. nada en la mano).

¿Qué probabilidad hay de encontrar, en medio de una multitud, una sola persona que llegue hasta ti y consiga ser a tus ojos diferente al resto? Y sin embargo ocurre. No han sido muchas pero, por muy diferentes motivos, varias personas han hecho de esta feria algo único. No diré si el orden es cronológico, alfabético, aleatorio o inexistente.
Empezamos con un freak que se plantó ante la caseta una tarde, desenfundó su armónica y tocó para todo el que quisiera oírle. Era Antoñito alias el de la armónica o la Fiera de Legazpi (me niego a hacer comentarios sobre esto), y en you tube la gente ha colgado varios vídeos en los que se le puede ver.

Durante su visita, la caseta se convirtió en la pasarela Cibeles y las chicas en sus modelos, que él describía con detalle. El hecho de que un espontáneo no encontrase más ocupación que grabarlo todo en vídeo, hizo que dejara de tener gracia.
Conseguí para mi amiga la firma de Reverte, que codiciaba como codicia Gollum a su anillo, sin hacer mucha cola porque una hora antes del comienzo había solo, exactamente, 15 personas esperando.



Cómo olvidar a Antonio Rodríguez y sus lecturas vinculadas con palabras de chocolate fundido (no pienso explicarlo). Durante las largas charlas, sus metáforas avivaban nuestros comentarios. Pero fue bueno recordar Fahrenheit 451 con sus personas libro, una de las mejores historias sobre la lectura de todos los tiempos.
También recuerdo a un puñado de niños, de no más de 8 años, que caminaban seguros de sí mismos con la cabeza bien alta y que cuando te dirigías a ellos te trataban de usted: querías regalarles, como al resto de niños que pasaban por allí, un detallito, una cinta para el cuello, un marcapáginas, pero recibías un “no, gracias”, eso sí, muy educado, por respuesta y ni siquiera te miraban a los ojos. En ese momento pensaba con pena si de niños ya serían así, los hombres grises.

Nuestro querido amigo Augusto, entrañable octogenario con encantadora mujer colgada del brazo, vino a vernos varias veces hasta que repusimos y pudimos entregarle, al fin, el libro que buscaba, (sobre la M-30, para más detalles). Se ilusionaron cuando vieron la cantidad de merchandising que incluimos en la bolsa con el libro que compraban; supongo que en ese momento se acordaban de sus nietos.
- Quítale el plástico, que lo quiero ver.
- No, hombre, no: ahora nos sentamos en un banco y lo leemos los dos juntos.
Fueron amables hasta el final, tuvieron el detalle de regalarnos caramelos. Caramelos de miel.


Navegando por Internet descubro que hay tres casetas en la feria que venden una antología de poemas de la que me he perdido la presentación por estar trabajando, es curioso, a pocos metros, y que todavía no he podido comprar. La casualidad quiere que mi caseta se sitúe muy cerca de una de esas tres, por lo que me acerco y allí lo tienen, en el mostrador para mi sorpresa: el libro no es un superventas y en la portada aparecen cuatro lagartijas.

Sigo recorriendo casetas, aprovechando la tarde de lluvia y escasa afluencia de público para comprar todo lo que no he podido los días anteriores. Al final del recorrido la bolsa y mi ilusión pesan, rebosantes.
Me perdí un montón de eventos (presentaciones, firmas) por estar trabajando pero a cambio obtuve todo esto y algunas cosas más y además, ahora el verde me trae el olor de los libros.
Gracias, gracias, gracias a todos los amigos que me dijeron que irían, y fueron.

viernes, 11 de junio de 2010

martes, 1 de junio de 2010

"Reencuentro" - Fred Uhlman

Ingresó en mi vida en febrero de 1932 y ya no ha salido de ella.

Me aparto a este rincón cinco minutos para destacar esta novela corta, o cuento largo. Existen ya centenares de libros sobre la época nazi alemana: de historia, pero también novelas basadas en esos acontecimientos, y autobiografías de personas que de alguna manera sobrevivieron al horror. Ésta es una más, porque se encuadra en esa época y el devenir de los personajes está profundamente marcado por la momento y, sobre todo, por el lugar en el que les tocó vivir. Pero lo que hay que destacar es que aquí no encontraremos (una vez más) dolorosas declaraciones que describan los sufrimientos de los campos de concentración, el hacinamiento en los trenes de prisioneros, etc., sino la historia de una amistad adolescente narrada de forma delicadísima, con mucho gusto, tacto y refinamiento, que se centra exclusivamente en lo esencial durante todo el relato y que lo dice todo sin decir apenas nada.

La trama consiste en lo siguiente: un hombre de mediana edad recuerda el año en el que iba a la escuela y durante el cual forjó una extraña y profunda amistad con su compañero de clase más peculiar, lo que después ocurrió con ellos y el “reencuentro” final al que hace mención el título, momento en el que el relato termina –mucho antes de que quisieras- con un final tan agridulce que no puedes parar de darle vueltas y vueltas y…