En "Sputnik, mi amor" lo más desafortunado es el título. La historia no es demasiado atrayente en sí, pero se agradece la forma en que está redactada (el cómo es siempre más importante que el qué, a mi parecer, en lo que se cuenta).
Los personajes vuelven a ser misteriosos y llenos de conflictos morales difíciles de resolver. La historia es en ocasiones, como en otras obras de Murakami, onírica, reflexiva, en la que los asuntos prácticos y "terrenales" tienen mucha menos importancia que los relativos al mundo de los pensamientos. En esta ocasión, la emotividad se busca haciendo que los personajes muestren lo más íntimo de sí mismos sosteniendo el alma en las manos, mostrándonos sin reparos todas sus dudas, sus miedos, sus secretos y sus limitaciones.
El final vuelve a ser abierto e inesperado ("inesperado" en el sentido de que, como lector, no esperas que acabe justo en ese momento, y lo hace).
Una imagen muy apropiada en el blog de Alfonso Casas.
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