Sexto piso edita “La
muchacha indecible” con un cuidado y un gusto también indecibles. Se trata de
una obra original de 2010 que ha sido traducida del italiano para esta ocasión
por Ernesto Kavi. Agamben, autor de multitud de tratados filosóficos,
lingüísticos y otros, se recrea esta vez en los misterios de la mitología
griega, en busca de la figura de Kore y de los detalles que conforman su
naturaleza.
Para la artista Monica
Ferrando la figura de Kore no supone ningún misterio. Ya en 1992 había debutado
con una serie de pinturas titulada “Kore”. Es a ella y no a Agamben a quien se
atribuye la selección de textos clásicos. Además, colabora en este volumen con
un brevísimo texto de dos páginas que sin embargo le da un baño de síntesis y
estética a las cincuenta que ocupa (salpicado de imágenes) el texto de Agamben.
Asir el aire
Giorgio Agamben (Roma, 1942) y Monica Ferrando (Novi Ligure)
consiguen en esta rareza retratar a Kore, en su indecibilidad y cripticidad.
Con palabras Agamben, con ilustraciones Ferrando (que también escribe sobre
ella estableciendo su figura como musa de los pintores, en uno de los
fragmentos estilísticamente más logrados de todo el libro) la presentan al
lector enmarcada en el halo de misterio y leyenda que le es propio.
Se trata de un delicioso y delicado paseo por la mitología
griega, a pinceladas como susurros de viento sobre la piel. Si querían
homenajear y dar a conocer a figura de Kore al público, lo han logrado de la
forma más hermosa posible. En este mundo absurdo del siglo XXI, es más
necesaria que nunca una pausa para volver la mirada y dirigirla a los ancestros,
a todo aquello que nos enseñaron y que ya se nos ha olvidado.
Kore en imágenes
Las ilustraciones que adornan y complementan al texto en
este libro aportan calidad y frescura en el mediocre mundo actual de los libros
ilustrados. No sigue la corriente de los imitadores de Lacombe ni realiza
bocetos pueriles como trabajos terminados, lo cual ya es mucho decir. Pero es
que además sus ilustraciones transmiten emociones y conforman el complemento
perfecto al texto. Por tanto, el lector que goce de un buen gusto estético y
aprecie el arte en todas sus expresiones, disfrutará doblemente con este
ejemplo de buen hacer estético: pictórico y literario.
Se trata de más de cuarenta imágenes realizadas con diversas
técnicas y sobre distintos tipos de soporte. Esto hace que la colección sea madura,
diversa, original, llamativa y de gran calidad. El lector que se detenga a
reflexionar sobre ellas será capaz de realizar un viaje a las llanuras del Etna
y galopar por el aire a lomos de caballos inmortales.
Para todos aquellos que quieran saber un poco más de
mitología pero les dé pereza acudir a los textos clásicos, o no sepan cómo
enfrentarse a ellos, tienen en este libro la manera perfecta de adentrarse en
los mitos y disfrutar de una experiencia estética del más alto nivel.
El mito de la
muchacha indecible
Lo que se desprende la multitud de fragmentos seleccionados
de obras clásicas, es que Kore (Perséfone), hija de Deméter y Zeus, raptada por
Hades (Plutón), conducida al inframundo. Deméter se desesperó buscando a su
hija perdida y durante ese tiempo la vegetación dejó de crecer, y es así como
se explicaba el proceso de las cuatro estaciones, por el descenso y el regreso
de esta figura femenina, aunque los detalles, como siempre sucede en los mitos,
cambian según las fuentes que se consulten.
Cuando Zeus ordenó que se dejara en libertad a Kore, la
condición fue que durante su regreso la muchacha no comiera nada, pero fue
tentada con granos de granada (que también están representados en algunas de
las ilustraciones de Monica Ferrando en este libro) y por ese motivo obligada a
regresar a los infiernos a por semillas cada cierto tiempo (dependiendo de la
duración de las estaciones en las diversas regiones del mundo donde se relatase
este mito), provocando así la desesperación o la alegría de Deméter y por tanto
el paso de las estaciones en la faz de la tierra: el brote de la vida con el
calor y la muerte en los meses más fríos.
Kore se sitúa en la línea que separa las dos caras de una
contradicción, en la falta de certeza. Como se sitúa entre la vida y la muerte,
la artista Monica Ferrando la nombra musa de la pintura, puesto que esta es la
representación gráfica de lo que está vivo, mientras que la pintura se aprecia
y el ojo es capaz de verla, pero no de asirla, está viva y está muerta. Es la
contradicción maravillosa que estos dos cuidadosos autores han querido plasmar,
y lo han hecho así de bien: sirvan estas palabras como enhorabuena.