miércoles, 28 de agosto de 2013

OCD (Obsessive Compulsive Disorder) - Neil Hilborn



The first time I saw her...
Everything in my head went quiet.
All the tics, all the constantly refreshing images just disappeared.
When you have Obsessive Compulsive Disorder, you don’t really get quiet moments.
Even in bed, I’m thinking:
Did I lock the doors? Yes.
Did I wash my hands? Yes.
Did I lock the doors? Yes.
Did I wash my hands? Yes.

But when I saw her, the only thing I could think about was the hairpin curve of her lips..
Or the eyelash on her cheek.
the eyelash on her cheek.
the eyelash on her cheek.
I knew I had to talk to her.
I asked her out six times in thirty seconds.
She said yes after the third one, but none of them felt right, so I had to keep going.
On our first date, I spent more time organizing my meal by color than I did eating it,
or fucking talking to her...
But she loved it.

She loved that I had to kiss her goodbye sixteen times or twenty-four times or if it was Wednesday.
She loved that it took me forever to walk home because there are lots of cracks on our sidewalk.
When we moved in together, she said she felt safe,
like no one would ever rob us because I definitely locked the door eighteen times.
I’d always watch her mouth when she talked.
When she talked.
When she talked.
When she talked.
When she talked.

When she said she loved me, her mouth would curl up at the edges.
At night, she’d lay in bed and watch me turn all the lights off..
And on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off.

She’d close her eyes and imagine that the days and nights were passing in front of her.
Some mornings I’d start kissing her goodbye but she’d just leave cause I was
just making her late for work...
When I stopped in front of a crack in the sidewalk, she just kept walking...
When she said she loved me her mouth was a straight line.
She told me that I was taking up too much of her time.
Last week she started sleeping at her mother’s place.
She told me that she shouldn’t have let me get so attached to her; that this whole thing was a mistake, but...
How can it be a mistake that I don’t have to wash my hands after I touched her?

Love is not a mistake, and it’s killing me that she can run away from this and I just can’t.
I can’t – I can’t go out and find someone new because I always think of her.
Usually, when I obsess over things, I see germs sneaking into my skin.
I see myself crushed by an endless succession of cars...
And she was the first beautiful thing I ever got stuck on.
I want to wake up every morning thinking about the way she holds her steering wheel..
How she turns shower knobs like she's opening a safe.
How she blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out…

Now, I just think about who else is kissing her.
I can’t breathe because he only kisses her once — he doesn’t care if it’s perfect!
I want her back so bad...

I leave the door unlocked.
I leave the lights on.


La primera vez que la vi…
todo en mi cabeza se silenció.
Todos los tics, todas las ideas recurrentes desaparecieron.
Cuando tienes Trastorno Obsesivo Compulsivo en realidad no tienes momentos en silencio.
Incluso en la cama estoy pensando.
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.

Sabía que debía hablar con ella.
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien, así que tenía que seguir adelante.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.

Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomase todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en el suelo.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.

Cuando me dijo que me amaba, su boca se curvaba hacia arriba en los bordes.
Por la noche, ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas.

Ella cerraba los ojos e imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme pero ella se iba sólo porque la estaba haciendo llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del suelo, ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que le estaba ocupando demasiado tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error, y me está matando que ella pueda huir de esto y yo no pueda.

No puedo.
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Normalmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes introduciéndose en mi piel.
Me veo a mí mismo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve la llave de la ducha como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla…

Ahora sólo pienso en quién estará besándola.
Me deja sin respiración que la pueda besar una sola vez. ¡A él no le importa si es perfecto!
Deseo tanto que vuelva, que…

Dejo la puerta abierta.
Dejo las luces encendidas.

Este es el poema que Neil Hilborn, un joven estadounidense que ha causado furor en las redes sociales con su interpretación, presentó a la final del concurso "2013 Rustbelt Regional Poetry Slam". Su actitud, emotiva y divertida, añadida a la temática del poema (amor y trastorno psicológico) aportan luminosidad y frescura al panorama poético actual. Y su fuerza, sobre todo su fuerza...

martes, 20 de agosto de 2013

Ecos de Platón en "Matrix"


Tienes que comprender que la mayor parte de los humanos son todavía parte del sistema. Tienes que comprender que la mayoría de la gente no está preparada para ser desconectada. Y muchos de ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes del sistema, que lucharían por protegerlo.

Morfeo (Matrix, 1999)

domingo, 18 de agosto de 2013

"Máquinas de amar" - Pilar Pedraza


<<La unión del cuerpo biológico y la máquina en un solo ser -cyborg-, al que la medicina actual ha llegado hace tiempo con el progreso de la biomecánica, es un viejo sueño del hombre, tan viejo como las prótesis: desde el hombro de marfil de Pélope para sustituir el que devoró Deméter, hasta el gancho del capitán Garfio o la pata del capitán Achab. En el cine, hay cyborgs poéticos y encantadores como Eduardo Manostijeras, terroríficos como Freddy Kruger, cabezotas como Terminator, justicieros como Robocop y, ya más evolucionados y finos, los androides y andreidas de Blade Runner. Y ayer mismo vimos por televisión un desfile de modas en el que transitó por la pasarela, sin ayuda alguna y con paso inquietante, luciendo un modelo de alta costura, una joven que había perdido las piernas en un atentado y las llevaba ortopédicas. En el ambiente futurista del desfile, creado por un diseñador para quien la moda no consistía únicamente en prendas de vestir, no faltaban brazos robóticos de los utilizados para pintar en las fábricas de coches, que pulverizaban in situ colores metalizados sobre vaporosas faldas de la nueva temporada.



(...) Un hombre puede amar a una muñeca, pero una mujer no puede amar a un muñeco, salvo en casos límite como el de Protesilao y Laodamia. No lo necesita. El esfuerzo de la cultura por crear a la mujer, como Pigmalión a Galatea, no puede tener como contrapeso un esfuerzo (¿de quién?) por crear al hombre para la mujer. La mujer no quiere hombres ideales, está dispuesta a abandonar a su padre y compartir su suerte con otra persona. ¿Qué sentido tiene repetir un error, aunque haya dado en el arte resultados tan espléndidos? Otra cosa es el travestismo artístico en la creación de personajes. Si Flaubert es Mme. Bovary, Emily Bronte es Heathcliff, y Patricia Highsmith es Ripley. En este sentido, la más profunda transubstanciación es la de Mary Shelley en la Criatura de Frankenstein, espejo de la desdichada condición de todos nosotros, hombres y mujeres.
Pero las cosas no son tan sencillas ni nosotros tan ingenuos. A estas alturas, los problemas no son sólo de género sino sobre todo de civilización. Estamos inmersos en un capitalismo proteico que, como el Océano de la novela de Lem, Solaris, recicla, imita y clona continua y automáticamente lo que le echen. El narcisismo inherente al mito de Pigmalión ha sido transferido por el sistema a las mujeres, en el sentido de impulsarlas a ser sus propias Galateas. El Body-Art actual es el ejemplo extremo, con sus endoscopias, liposucciones en público y operaciones de cirugía plástica para acercar el rostro vivo al pintado. Pero lo que en el arte es ironía y desmesura, en la vida real constituye una nueva claudicación: convertir los cuerpos en materia para que la industria del deseo nos proporcione los moldes de unas formas cada vez más caras y más estrechas.>>

En este estupendo libro, "Máquinas de amar", Pilar Pedraza nos ofrece un recorrido por la historia de las mujeres creadas, muñecas y derivados, muy prolijo y como siempre, muy bien documentado. Comienza con los ejemplos extraídos de la mitología (Pigmalión y Galatea), sigue con los muñecos autómatas y después hace un análisis exhaustivo de estas figuras en la literatura y el cine, de forma que decenas de maniquíes inundan las páginas, ilustradas también con fotogramas y dibujos explicativos.

La redacción del libro es académica (explicativa, precisa y clara), aunque también irónica y subjetiva en pequeñas apreciaciones a lo largo de todo el texto, pero es hacia el final del libro donde la autora expone sus conclusiones y su punto de vista radical sobre el tema abordado: precisamente, a lo largo del libro abundan más las sucesiones de ejemplos (salpicados de pequeños comentarios, eso sí), que las opiniones personales explícitas y feministas que uno busca, casi como una droga, en este tipo de libros.

Las conclusiones de Pedraza son claras, como se ve de forma condensada en los fragmentos que he seleccionado aquí: es el hombre quien crea mujeres de mentira, a la mujer no le hace falta crear hombres de juguete. (En este punto, habría sido interesante que Pilar reflexionara sobre aquellas mujeres que aborrecen del sexo masculino y para quienes el mercado pone a su disposición figuras fálicas con diferentes grados de realismo que consumen mientras continúan aborreciendo el sexo masculino). Ya sea debido a la pérdida de la mujer amada, a quien se sustituye por una réplica inerte, o bien por enfermedades mentales, el hombre crea mujeres artificiales que le aportan una serie de ventajas que una de carne y hueso no le puede ofrecer. O bien, construyendo una mujer de mentira tiene la posibilidad de evitarse los inconvenientes que una mujer de verdad le reportaría.

Siempre se tiende a generalizar,  y eso provoca errores y malos entendidos. Pero es cierto que muchos hombres sólo ven en la mujer un cuerpo que les excita: el hecho de que se trate de un ser humano es un problema secundario. Sí, generalizar quizá lo dificulte todo un poco. Pero acudamos a los datos objetivos y pongamos en una balanza el número de hombres violadores contra el de mujeres violadoras. ¿Y ahora?

Autoras estupendas como Pilar Pedraza, feministas de verdad, luchadoras y creadoras de opinión (no falsas feministas de boquilla que se ocultan bajo las faldas de mamá cuando las cosas se ponen feas), me reafirman en mi opinión de que una feminista jamás apoyaría a un hombre que juega, engaña y trata como utensilios a las mujeres. Y viceversa: como bien dice Pilar, en esta sociedad " los problemas no son sólo de género sino sobre todo de civilización".

Y es que existe mucha confusión en todos los ámbitos, hay demasiada gente, demasiada concentración y un bombardeo de información vacía y falsa que lo contamina todo. Recrearse en una mujer de juguete posiblemente sea sólo una forma enfermiza de escapar de una realidad que a algunos hombres (y a algunas mujeres) les viene grande. Pero qué es más enfermizo: apartarse de la humanidad  y convivir con una muñeca, o tratar como muñecas a mujeres (o a hombres) de carne y hueso. ¿Qué opción es más insana? ¿Y cuál la más extendida?

viernes, 16 de agosto de 2013

"Súbita mano de algún fantasma oculto..." - Fernando Pessoa


Súbita mano de algún fantasma oculto
entre los pliegues de la noche y de mi sueño
me sacude y yo despierto, y en el abandono
de la noche no diviso gesto ni bulto.

Pero un terror antiguo, que insepulto
traigo en el corazón, como de un trono
baja y se afirma mi señor y dueño
sin orden, sin meneo y sin insulto.

Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a cualquier mano nocturna que me guía.

Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como la tiniebla fría.


Fernando Pessoa, 1917

sábado, 10 de agosto de 2013

"Profanaciones" - Giorgio Agamben


"Profanaciones" recoge diez pequeñísimos ensayos de Giorgio Agamben, quien basa su línea filosófica en las enseñanzas de Michel Foucault, Martin Heidegger y Walter Benjamin, entre otros.

Con una maravillosa precisión ligüística a la hora de plasmar sus ideas, trata diferentes asuntos, desde las etimologías contradictorias del término "profano" hasta (siguiendo a Walter Benjamin) el fanatismo religioso aplicado al capitalismo, la relación magia/felicidad, etc.

El primer e hipnótico capítulo, "Genius", aborda la relación que cada hombre establece con su propio "genio", algo ajeno al Yo que no puede elegirse y nos viene dado, y que sin formar parte de nosotros mismos, nos acompaña (en la ideología cristiana, el genius se representa con un ángel bueno y uno malo; en la angelología iraní, con Daena, una preciosa niña que asiste a cada nacimiento y que después se presenta a la hora de la muerte con la imagen que los actos -buenos o malos- del moribundo la hayan modelado a lo largo de su vida).

Son especialmente brillantes las reflexiones sobre cuestiones literarias: Agamben cita a Robert Walser en varias ocasiones, también a Kafka, Becket... A propósito de Foucault, reflexiona acerca de qué engloba exactamente el término "autor". También define la línea del tiempo del concepto de "parodia", asistimos a su concepción literaria y observamos cómo ha evolucionado hasta convertirse en lo que por ese término conocemos hoy (lo contrario a "sagrado").

Debido a la brevedad de los textos, me he encontrado con que cada uno de los capítulos o temas tratados terminaba demasiado pronto, y en todos los casos me he quedado con las ganas de leer más: esta sería la única nota negativa del libro...

Quizá porque el niño es un ser incompleto, la literatura infantil está llena de ayudantes, seres paralelos y aproximativos, demasiado pequeños o demasiado grandes, gnomos, larvas, gigantes buenos, genios y hadas caprichosas, grillos y luciérnagas parlantes, asnos minúsculos que cagan monedas y otras criaturas encantadas que, en el momento peligroso, consiguen, como por milagro, salvar a la buena princesita o a Juan Sin Miedo. Son los personajes que el narrador olvida en el desenlace de la historia, cuando los protagonistas viven felices y contentos hasta el fin de sus días. De ellos, de esa "gentuza" inclasificable a la que, en el fondo, le deben todo, no se vuelve a tener noticia. Pero probad a preguntar a Próspero, cuando ha renunciado a todos sus encantos y vuelve, junto con los otros humanos, a su ducado, qué es la vida sin Ariel.

Un tipo perfecto de ayudante es Pinocho, la maravillosa marioneta que Geppetto quiere fabricarse para dar la vuelta al mundo con él y ganar así "un pedazo de pan y un vaso de vino". Ni muerto ni vivo, medio golem y medio robot, siempre a punto de ceder a todas las tentaciones y a prometer, un instante después, que "de hoy en adelante seré bueno". En la primera versión de la novela, antes de que el autor pensara en añadir un final edificante, este arquetipo eterno de la seriedad y de la gracia de lo inhumano, en cierto momento "estira la pata" y muere de la manera más vergonzosa, sin convertirse en un niño. También Mecha es un ayudante, con su "personita seca, enjuta y larguirucha, tal como la mecha nueva de un farol de noche", que anuncia a los compañeros el País de los Juguetes y ríe con estridencia cuando se da cuenta de que le han salido orejas de burro. De la misma pasta están hechos los "asistentes" de Walser, irreparable y tercamente ocupados en colaborar en una obra del todo superflua, por no decir incalificable. Si estudian -y parecen estudiar duro- es sólo para volverse un completo cero a la izquierda. ¿Por qué deberían ayudar a aquello que el mundo considera serio, visto que, en realidad, no es más que locura? Prefieren pasear. Y si, caminando, encuentran un perro u otro ser viviente, le susurran: "No tengo nada que darte, querido animal; te daría con gusto algo, si lo tuviera." Y, al final, se echan en un prado para llorar amargamente su "estúpida existencia de imberbes".

domingo, 4 de agosto de 2013

"Walden" - Henry David Thoreau


H. D. Thoreau, padre de la teoría de la "Desobediencia civil", desarrolla en "Walden" con todo lujo de detalles la forma en que llevó a la práctica sus propias teorías, materializadas en una forma de vida ya esbozada en "Cartas a un buscador de sí mismo", un libro también editado por Errata Naturae.

¿Por qué no escapar de las leyes de la sociedad que nos son impuestas por el mero hecho de haber nacido en su seno?¿Por qué no construir una existencia paralela con la que nos sintamos más cómodos e identificados? Thoreau quiso llevar a cabo este planteamiento escapando de impuestos, leyes y estructuras jerárquicas, en fin, tan rancias como inamovibles. Evaluó diferentes localizaciones y se estableció finalmente en un terreno junto a la laguna de Walden, cerca de Concord (Middlesex, Massachusetts), donde construyó una pequeña cabaña con sus propias manos, economizando al máximo los recursos y proporcionándose tan solo los útiles esenciales para su día a día. Hoy día, ese lugar es un atractivo turístico de la zona. En él se ha construido una réplica de la cabaña original (ya desaparecida). Este es el aspecto que presenta:


Y, en el interior...


Este libro, pues, es el resultado de aquella experiencia, que duró dos años (después, Thoreau volvió a vivir en sociedad). En él, no sólo queda plasmada la parte práctica de su huida a los bosques, sino también sus reflexiones filosóficas, producto de las meditaciones llevadas a cabo en el seno de la Naturaleza durante su estancia en Walden: interesantísimos puntos de vista sobre la inconveniencia de vivir en sociedad, apuntes medioambientales sobre el aprendizaje que le reportaba la observación diaria del bosque, su profundo amor por cualquier manifestación natural, tanto vegetal como animal (la afinidad que siento con las palpitantes hojas de alisos y álamos casi me corta la respiración), reflexiones sobre literatura, etc. Delicado, reflexivo y muy bien argumentado: en suma, una delicia.

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.

Leyendo Walden se es aún un poco más consciente de hasta qué punto el hombre es incapaz de dejar algo sin manipular, legislar, cuantificar o tasar. Todo está registrado y normalizado, vivimos una vida artificial y monótona, y lo peor, somos nosotros mismos los que nos hemos vetado la posibilidad de escapar de ella.

Llenamos de objetos inútiles el vacío de nuestro interior, provocado precisamente por habernos arrancado de lo esencial, teniendo cerrada la puerta de regreso a los orígenes desde antes, incluso, de haber nacido. Cuando uno de nosotros intenta escapar de este juego cruel, tal y como hizo Thoreau, se le toma por loco y se le convierte en objeto de museo, cuando realmente, regresar a la Naturaleza, debería ser la pulsión primordial e innata de todo ser humano... de todo ser vivo.

Observar la vida del bosque, navegar por Walden en una pequeña canoa de madera hecha con nuestras propias manos, leer, escribir y meditar rodeados de millas de silencio y paz, recibir amigos y charlar hasta el anochecer (o aún mejor, durante el anochecer) junto a la puerta de la cabaña... algo tan sencillo y tan inalcanzable a la vez. En un mundo feo, superpoblado y exageradamente mercantilizado, donde hasta la amistad tiene fecha de caducidad y etiqueta con el precio.


Laguna de Walden
O algo muy parecido a la felicidad

Con mi experimento aprendí al menos que quien avance confiado en la dirección de sus sueños y acometa la vida tal y como la ha imaginado recibirá a cambio una gratificación que no le otorgará el tiempo ordinario. Dejará atrás algunas cosas, cruzará una frontera invisible; leyes nuevas, universales y más tolerantes comenzarán a regir en su interior y a su alrededor; o se modificarán las antiguas, interpretadas en su beneficio, en un sentido más generoso, y vivirá con la libertad de la que gozan seres más elevados. Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la debilidad tal debilidad.

Que quienes se enorgullecen de vivir mantenidos y sin esfuerzo se queden muy lejos; que el falso amor y la falsa amistad permanezcan en sus barrios contaminados y mediocres; que el bosque impida la entra de todo aquello que sea impuro e indigno de él... ah, Thoreau, ¡cómo me gustaría poder irme contigo!

La luz que nos ciega es nuestra oscuridad. Sólo amanece el día para el que estamos despiertos. El amanecer sigue aún su curso. El sol no es sino una estrella de la mañana.