sábado, 24 de diciembre de 2011

"Los enamoramientos", de Javier Marías, mejor libro del año 2011 según Babelia.


Que Babelia decida ahora que "Los enamoramientos" es la mejor novela del año 2011 no quiere decir que no haya otras mejores o que hayan cosechado más éxitos de ventas y de críticas. Habrá tantas listas como lectores; se alegrarán sus incondicionales (nos alegramos, de hecho) y se tirarán de los pelos sus detractores (algunos aliviarán su enfado y perderán su valioso tiempo en insultar por este reconocimiento a Marías bajo un nick, como ya ha sucedido, qué pena). Para la gran mayoría de la población que, como ya sabemos, no lee mucho, esta noticia será ignorada. 


Pero que a tu escritor favorito le obsequien con un reconocimiento público, o le otorguen un premio, por menos relevantes que éste sea, hace que uno se sienta en parte ganador: como cuando se disputa un partido y gana tu equipo (supongo); o como cuando vence tu canción favorita en Eurovisión (valga como ejemplo frívolo); o como cuando un amigo o una persona muy querida (como es el caso) obtiene una recompensa por un trabajo bien hecho. Cada vez que aparece la noticia de un nuevo premio para Marías, en parte me siento también victoriosa, y comparto a distancia su alegría.

Comparada con el resto de la obra de Marías, quizá "Los enamoramientos" no sea su mejor libro (sin menospreciarlo de ningún modo, me parece un libro fantástico, pero no hay que olvidar "Tu rostro mañana", "Corazón tan blanco", "Mañana en la batalla piensa en mí", "Los dominios del lobo" y un largo etcétera, libros con los que Marías se puso a sí mismo el listón muy alto). Supongo que quizá haya cosechado mucho éxito de lectores y críticos por ser una novela muy asequible (sin esas habituales y difíciles "regresiones" suyas, como escuché el otro día por ahí a alguien...) y técnicamente impecable (como siempre).

Feliz de seguir recomendando a Marías sin descanso. Mi enhorabuena, Majestad.

sábado, 3 de diciembre de 2011

"La jaula" - Javier Serrano


“La jaula” es una novela magistral, intemporal, redonda, metafórica y absolutamente envolvente. La historia parte de un hecho insólito y dramático: Bastián Bastián, humilde pasante de notaría, despierta de un letargo y se sorprende encadenado y rodeado de presos dentro de un furgón que les abandona en una extraña prisión sin puertas de la que sin embargo no es sencillo escapar. La prisión, de arquitectura circular, evoca la Utopía de Platón, apresando en su interior una sociedad extraña compuesta por reos que cada día realizan maquinalmente las mismas tareas grises y desprovistas del más mínimo ápice de humanidad o calidez.

Su única función es fabricar muñecas artesanales y burdas, a cambio de las cuales consiguen la comida que les mantiene vivos. La prisión circular está rodeada de un vasto paraje absolutamente desértico sin rastros de civilización o vida animal. Viven aislados, balanceándose en un limbo fuera del tiempo y del espacio. Estos matices inquietantes y la permanente sensación de agobio recuerdan (y hacen que este texto esté a la misma altura) a novelas tales como “El país de los ciegos” de H.G. Wells o “El desierto de los Tártaros” de Dino Buzzati.

Es una historia opresiva y brutal, una suerte de distopía circular en la que, aunque sus personajes intenten con todas sus fuerzas y recursos escapar a su destino gris, una y otra vez vuelven, sin remedio, al punto de partida inicial. Esta trama es la metáfora perfecta de un sentimiento de impotencia aplicable a muchos ámbitos y situaciones de la existencia humana. La imagen del hombre como jaula de sí mismo planea como un ave al acecho a lo largo de toda la narración.



Imagen: "Blancanieves" (Edelvives). Por Benjamin Lacombe