martes, 27 de julio de 2010

XXI

(Avenida de Arcentales, Madrid).

Cervantes era Quijote y era Sancho, cuando escribía.

lunes, 19 de julio de 2010

Cuando mueras... (II)

Cuando muera se me pondrá cara de muerto. ¿Cómo será? ¿Seguirá siendo la mía? ¿Y quién me llorará de veras? ¿Quién se acercará hasta mi rostro transfigurado para besarme con desesperación los labios en un último esfuerzo, lleno de presunción y de fe, por devolverme al mundo que me habrá relegado? ¿Quién se sentirá herido en su propia vida, y considerará su historia partida en dos por ese momento mío definitivo? ¿Quién cerrará mis reacios y sorprendidos ojos con mano amiga, o se dignará velar mi cadáver emblanquecido y mutante durante toda la noche y la inútil aurora que no me habrá conocido? ¿Quién retirará mi almohada, quién mis sábanas humedecidas? ¿Quién, incapaz de concebir la existencia sin mi presencia diaria, querrá seguir sin dilación mis pasos al contemplarme exánime? ¿Quién irá a visitar mi tumba, y me hablará en solitario en lo alto de la Llama Azul tras haber ascendido por la pendiente y haberme mirado con amor y fatiga a través de la piedra inscrita? ¿Quién verá anticipada en la mía su propia muerte, quién se verá retratado y entonces, al reconocerse en mis facciones rígidas, dejará de creer en la autenticidad de mi expiración por dar ésta cuerpo y verosimilitud a la suya? Pues nadie está capacitado para imaginarse la muerte propia, y sólo cuando un allegado se extingue ante nuestra vista caemos en la cuenta de que en todo lugar y tiempo acecha nuestro acabamiento.

Javier Marías. "El siglo".

viernes, 16 de julio de 2010

Hilos


El chaval recibe un e-mail publicitario de Fnac, hace click en el enlace, repite el proceso en sucesivas páginas y acaba leyendo con interés una noticia sobre Howl, la última película de James Franco. Busca a Allen Ginsberg en la Wikipedia porque no consigue recordar ese primer verso tan famoso. Ya en el autobús reanuda la lectura de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo desde la página donde lo dejó, la primera donde se cita a Allen Ginsberg. Las casualidades cobran vida de tal forma en su interior, que decide bajarse en la próxima parada, frente a la cual hay un kiosco: se llega por la parte en la que un grupo de soldados agoniza de sed. Paga el botellín con un billete de 5€. Recoge el cambio y se va.

La kiosquera al guardarlo advierte algo escrito en el billete azul, Amaral, 1997, lo transcribe en el cajetín de Google y hace click sobre voy a tener suerte. Luego escucha en YouTube el año en que Allen Ginsberg murió de labios de la cantante. Por la noche su chico le pregunta qué tararea. A la mañana siguiente él, de camino al trabajo, introduce en el reproductor de cds de su coche el único disco de Amaral que tiene. Frena en la parada de autobús que hay delante del kiosco, besa fugazmente a su chica y se despiden hasta la noche. A lo largo del día no consigue sacarse de la cabeza una frase.

Advierte que es 19 de septiembre, que todavía le queda al menos un día a ese verano y finalmente lo hace, llama a su ex, y le pide sinceramente perdón por todo el daño que le hizo, borrándolo del pasado, dos tazas de café asisten como testigos. Al día siguiente ella se dirige a Fnac para regalarle la llave a una segunda oportunidad en su historia. Un círculo se cierra pero la rueda no deja de girar: seguimos interconectados por los millones de hilos de la madeja del mundo.

jueves, 15 de julio de 2010

"SMS" - Daniel Aldaya



Esta manera tuya

______ de leerme en voz alta

------------------------ puede acabar en boda.


miércoles, 14 de julio de 2010

"25 centímetros" - David Refoyo

25 centímetros son relatos cruzados sobre distintos ámbitos de la industria del sexo: producción cinematográfica porno, chats eróticos, agencias de compañía o burdeles de carretera. En cualquier caso desde el punto de vista de un espectador asombrado y triste que asiste a una representación de mal gusto en la que la existencia de todo lo anterior degrada irremediablemente al género humano. Han hecho del sexo un espectáculo grotesco, un circo asqueroso, algo realmente sucio, para convertirlo en un negocio que mueve a diario cifras astronómicas.

Ni la cubierta, ni la cuarta de cubierta (más conocida como contraportada) ni el encabezamiento de materia de la ficha de este libro en algunas librerías on-line hacen justicia ni representan bien su contenido.

(...) [Qué vergüenza cada vez que salíamos a cenar o de compras. Con todo lo que he hecho por él y sólo me ha traído esto.] Ambos sollozan. Han perdido la esperanza. La entereza. El hombre repite que lo siente. Lo siento de veras. Yo sólo quería traer dinero a casa y darte lo mucho que mereces. [¿Me merezco esto, cabrón? ¿Me lo merezco?] Pero ella calla. Piensa en demasiadas cosas a la vez. Él sólo logra decirle lo siento. La declaración de amor más definitiva que existe. La muerte conjunta, como un final utópico y hermoso del amor. El día de la desesperanza. Si una compañera del Estudio tiene VIH, habrá que sanear, seguramente, el equipo artístico al completo. Es posible que todos estén contagiados. El hombre lo sabe y no puede dormir. Ella se hace la dormida. No quiere hablar. No quiere decirle ni una palabra, ni un reproche, al hijo de puta que le ha arruinado la vida. Que le ha regalado un billete a la muerte. Que le ha dicho, te amaré hasta el fin. Y el fin es una posibilidad que se acerca.

El hecho de plasmar en relatos sus ideas sobre el tema hace que todo tome una dimensión humanizada que se dirige sin rodeos a la conciencia del lector para sacudirla: los personajes de estos relatos van más allá de un cuerpo bonito que bien ellos mismos, o bien terceras personas han decidido explotar para ganar dinero a su costa: son, además, hijos, son parejas, padres, vecinos, compañeros de trabajo. No maniquíes a los que no les duelen los golpes ni las palabras. Personas, y puedes ponerte en su piel. Por eso este libro es una imagen reveladora de la situación actual en la industria del sexo pero no un estudio formal con cifras, gráficos y datos; una historia reveladora, cruel y terriblemente dramática de algo real que ocurre tan, tan cerca de uno mismo que da miedo.

(...) A sus veintiún centímetros de edad le llovían las ofertas. Su novia le pedía dinero para mantener el elevado ritmo de vida en que se habían embarcado. Él trajo dinero a casa. En cantidades increíbles para tratarse del actor más joven del momento. Jornadas interminables. Estimulantes y mucha Coca Cola. Sensación de vivir. Cada vez que rodaba una escena, Marian guardaba una prenda más en la maleta. Joyas. Cenas caras. Dedos que te reconocen por la calle. Marian se fue y un premio de la industria bañado en oro decora su ausencia.

nilibreniocupado (poema versión 3.1)

(I)

Me tragué la nuez
en un semáforo
que pasó del gris al malva
en cuestión de segundos
daltónicos

[Así pues,
acelerar
es frenar
al revés]

Y el cielo se convirtió
en zona azul
y las nubes
en parquímetros
financiados por su lluvia.


poema extraído de:

lunes, 12 de julio de 2010

Cuando mueras... (I)

Cuando mueras yo te lloraré de veras. Yo me acercaré hasta tu rostro transfigurado para besarte con desesperación los labios en un último esfuerzo, lleno de presunción y de fe, para devolverte al mundo que te habrá relegado. Yo me sentiré herido en mi propia vida, y consideraré mi historia partida en dos por ese momento tuyo definitivo. Yo cerraré tus reacios y sorprendidos ojos con mano amiga, y velaré tu cadáver emblanquecido y mutante durante toda la noche y la inútil aurora que no te habrá conocido. Yo retiraré tu almohada, yo tus sábanas humedecidas. Yo, incapaz de concebir la existencia sin tu presencia diaria, querré seguir sin dilación tus pasos al contemplarte exánime. Yo iré a visitar tu tumba, y te hablaré sin testigos en lo alto del cementerio tras haber ascendido por la pendiente y haberte mirado con amor y fatiga a través de la piedra inscrita. Yo veré anticipada en la tuya mi propia muerte, yo veré mi retrato y entonces, al reconocerme en tus facciones rígidas, dejaré de creer en la autenticidad de tu expiración por dar ésta cuerpo y verosimilitud a la mía. Pues nadie está capacitado para imaginar la muerte propia.

Javier Marías. "El hombre sentimental".

miércoles, 7 de julio de 2010

"Una lectora nada común" - Alan Bennett

Libros sobre libros, lectura y lectores son muy abundantes y suelen tener la cualidad de conectar con el lector desde el principio, ese personaje que se cree único en el mundo, incomprendido por ser uno de los pocos que lee.

"Una lectora..." contiene numerosas referencias bibliográficas interesantes, de forma que lleva a cabo una de las teorías que plantea, autores llevan a autores, libros llevan a otros libros.

"La reina no tardó en llegar a la conclusión de que probablemente lo mejor era conocer a los escritores en las páginas de sus novelas, y más bien como productos de la imaginación del lector, al igual que los personajes de sus libros. No parecían agradecer que alguien hubiera tenido la gentileza de leer sus escritos. Al contrario, parecían haber tenido la amabilidad de escribirlos.

(...) No era una lectora benévola, y muchas veces deseaba haber tenido delante a los autores para cantarles las cuarenta.

(...) No obstante, a pesar de lo desafortunada que fue la experiencia de recibir a la "palabra viva", la reina no perdió su afición a la literatura. La disuadió de conocer a escritores, y en cierta medida de leer a autores vivos."

No leer autores vivos. Hay algo muy macabro en esta expresión. Y sin embargo sé que hay gente que la usa, supongo que algunos la llevarán también a cabo. Yo no les entiendo.

No sé qué placer encontrarán en leer sabiendo que ese autor que tanto les ha gustado jamás escribirá ya nada; o que nunca podrán desahogarse haciéndole saber lo mucho que han disfrutado leyéndole, o por qué; que jamás conseguirán una dedicatoria personalizada de su puño y letra; que no podrán encontrarlos por casualidad en la calle; que ya no tendrán la oportunidad de formularles esa pregunta que les corroe, que ya no sabrán la respuesta.

Si solo lees autores muertos, no leerás algo que ha escrito ese amigo que no sabías que escribía y que, quizá, es muy bueno; ni esperarás con ilusión el libro nuevo de ese escritor que admiras desde hace tiempo, no serás el primero que lo compre; no podrás escuchar en su voz los textos que tan bien conoces: no podrás, jamás, estrechar su mano.

domingo, 4 de julio de 2010

"Tic tac toc toc" - Isabel García Mellado

Dice el prólogo, entre otras cosas, que Isabel es:

"un duendecillo de ojos grandes, vivos, bondadosos, con sombrero y zapatos puntiagudos. Uno de aquellos guardianes de los bosques que nos remontan a la edad media, entre los vikingos y los celtas. Aparece y desaparece dejando un solo rastro, el de la poesía hecha vida. Perteneciente a una tribu o pueblo desaparecido, la recuerdo cargando letras gigantes sobre su espalda, atravesando la frondosidad del bosque para construir la aldea de los sentimientos. Un lugar remoto al que muy poca gente tiene acceso. (...)"

Sus poemas son delicados como el pequeño instante que acontece cuando un pájaro se posa en una rama y termina echándose a volar porque ha advertido tu movimiento.

(...) sentirla resbalando piel abajo y mientras el resto del mundo piensa que se ha vuelto loca ella sabe que acaba de coger a la cordura por los cuernos y le ha plantao un beso de película

Y a través de ellos vas viendo pasar tu vida como en una película donde se incluyen también las escenas que guardaste en una caja sabiendo que no olvidarías por mucho que te esforzaras.

*
sentada en mi patio de atrás
oigo madrid pasar
sin que yo pueda tocarlo

Es necesario pulsar el botón de pausa ; tras leer varios poemas, aunque solo quieras darle al play 4 para seguir leyendo.


*
qué extraño está el salón
sin tus ojos de ciruela
espero que estés bien en tu burbuja
te tengo de heridita, ya lo sabes
y de asunto pendiente en todas mis listas

qué frío sería el mundo
si tú no lo habitaras
qué igual, qué reperfecto, qué asqueroso
te tengo clavadita en mi almohada
y es raro, porque nunca te lo cuento
ojalá pudiera conseguirte
todo lo que tú sientas que te falta
ojalá yo supiera redecorar cabezas
desmantelar entuertos
escanciar vidas

no sabes lo que te quiero
no sabes lo que me duelo
cuando comprendo, mamá
cuando comprendo
que eres así de buena
así de buena como esquiva
así de esquiva como fiera
así de fiera como niña

qué extraño está mi cuarto
sin tu voz en la nevera
sin sonar a tus tacones mi impaciencia

qué fría la distancia que me puso un stop
en los abrazos y en los te quieros
qué buenos los días que me lo salto
y te los dejo sobre el colchón
y me alejo en silencio
para que cuando despiertes
se te hayan quedao adentro


"El libro negro de los colores" - Menena Cottin & Rosana Faria



Los pelos como escarpias antes de pasar a la página siguiente.