sábado, 29 de agosto de 2020

"Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas" - Irene Liberia Vayá & Bianca Sánchez-Gutiérrez



Muchas veces, un buen diseño de cubierta está directamente relacionado con un contenido igualmente cuidado y de calidad. Por eso, soy de la opinión de que la primera impresión sí es válida (al menos en lo referente a literatura) siempre y cuando, eso sí, no se llame “portada” a lo que no lo es. En mi primera visita a la librería feminista La Rossa curioseo el escaparate mientras termino una llamada telefónica antes de entrar, y “Aquelarre” sin duda capta mi atención.

Es el primer día tras la vuelta de vacaciones y Alodia, la librera, se afana en registrar pedidos que van llegando: los estantes están casi vacíos. Como parece que en esta primera visita la cosa va de brujas, me voy con “Aquelarre” y un fanzine sobre brujas, parteras, enfermeras y sanadoras que tiene una cantidad tan desproporcionada de erratas en su interior que ni siquiera merece la pena comentarlo.

“Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas” es un breve ensayo que realiza un recorrido por el papel de las mujeres en los medios y la cultura de masas: cine, televisión, literatura, radio, prensa, música, publicidad, videojuegos, redes sociales, etc.: de entrada, una temática demasiado amplia y compleja para las escasas 250 páginas que lo componen. Pero la bibliografía tras cada artículo me convence en general y el diseño, insisto, es tan atrayente y delicado, que me lo llevo.



En efecto, no se puede esperar una gran profundidad en los temas porque no hay espacio para ello. Las autoras se han ajustado a un espacio limitado para escribir sus artículos y aunque algunas han hecho virguerías y han conseguido profundizar y transmitir una visión amplia sobre su tema, otras se han ceñido a unas pocas generalidades superficiales que distan mucho de la realidad del ámbito que es el objeto de su estudio.

Por ejemplo, me ha gustado mucho el artículo sobre la historia de las revistas para mujeres, que se crearon para transmitir el modelo ideal al que las mujeres debían aspirar (esposa y madre ejemplar) y que se han convertido en artículos que fomentan el consumo y el hedonismo girando en torno al culto al cuerpo normativo. El “quiérete y siéntete guapa” siempre y cuando te mantengas delgada y seas percha de ciertas marcas y tendencias que te harán estar en el mercado. Una reflexión que me ha encantado de este artículo es la siguiente:

He sostenido desde el principio de mis reflexiones que si han existido internacionalmente unas publicaciones especialmente dirigidas a las mujeres, es porque se oponían a otro sector de publicaciones que fundamentalmente se dirigían a los hombres, aunque en este caso se entendiese que no había un destinatario específico por ser el discurso universal. En este sentido hay que insistir en que el hombre ha sido considerado el todo (es decir, el género humano), mientras la mujer ha sido considerada la parte. Es por ello que cuando se informa de fútbol se sobreentiende que es fútbol masculino, y si hace falta referirse al fútbol practicado por mujeres se añade “fútbol femenino”, como en todas las demás disciplinas deportivas que establecen categorías masculinas y femeninas.

También es muy completo el apartado dedicado a la historia de la radio realizada por mujeres, o el del papel de la mujer en la televisión, donde se critica que se haga espectáculo de asuntos tan sensibles como la cirugía estética en esos programas de cambio radical donde se venden los sentimientos y complejos de las personas que participan en ellos (en gran medida, mujeres: mujeres “defectuosas” a las que hay que pasar por chapa y pintura para que sean válidas), pero es que cuando has leído a Guy Debord sabes que todo es espectáculo, en esta sociedad la ética apenas tiene cabida. La televisión se entiende aquí como una potente fábrica de estereotipos y tristemente, es cierto.



El sexismo en publicidad, donde las propias marcas anunciantes son agentes de violencia contra las mujeres, es un artículo que podría ser casi infinito citando ejemplos de casos flagrantes donde se hace un uso abusivo y violento de la figura de la mujer con el fin de vender productos y servicios de todo tipo. De hecho, el sexismo nos cuesta dinero a todos puesto que, con nuestros impuestos, se mantiene el Observatorio de la Publicidad, dependiente del Instituto de la Mujer y a su vez del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Recibe cantidades ingentes de denuncias por publicidad sexista que reproduce estereotipos de mujer reproductora, objeto sexual pasivo, propiedad del varón, cuidadora, etc.

Me ha decepcionado, sobre todo, el artículo dedicado a la industria musical. Con la gran cantidad de obstáculos e impedimentos que las mujeres deben superar para acceder a un sector (una vez más) controlado por los hombres, la autora se centra en los casos de Madonna y Rosalía, dos casos de éxito para nada representativos de la realidad que oculta la industria musical: ni para cantantes, bailarinas, ni mucho menos para músicas o técnicas.

Sin embargo, en general es un libro muy agradable de leer y del que se puede tomar buena nota para próximas lecturas, gracias a los listados bibliográficos que incluye. Está bastante actualizado en general y supone una visión muy completa de la relación de las mujeres con la cultura de masas a lo largo de la Historia, tomando como hilo conductor un diseño basado en la estética de las brujas que ilustra perfectamente el sobreesfuerzo que las mujeres decididas, inteligentes e inquietas debemos hacer para escapar de los límites que las sociedades patriarcales quieren imponernos.



sábado, 8 de agosto de 2020

"París era mujer" - Andrea Weiss



Hace algún tiempo, comentaba por aquí una lectura estupenda, la biografía de la fotógrafa Gisèle Freund. Su paso por París fue muy relevante en cuanto a su aportación artística dentro del grupo formado por mujeres intelectuales en la Orilla Izquierda del Sena. Además del libro sobre Freund ("El mundo y mi cámara"), la editorial Ariel publicó otro libro relacionado que leí hace unos meses: "Shakespeare & Company", de Sylvia Beach. La lectura de ambos amplía la visión acerca de este artístico grupo de mujeres de diferentes procedencias que se reunían en torno a las librerías que ellas mismas fundaron y regentaron. La invasión alemana supuso el fin de esta feliz etapa: a pesar de todo, la librería Shakespeare & Company sigue abierta y se puede visitar en París. Además de poseer una maravillosa y larga historia, es preciosa.



"París era mujer" fue película antes que libro. Su autora, Andrea Weiss, es una cineasta y escritora que ha dedicado buena parte de su obra a la divulgación LGTBI. En este caso, Weiss y su socia Greta Schiller se documentaron muy bien para realizar un proyecto cinematográfico que incluyera al completo a las mujeres que formaron parte del movimiento de la Orilla Izquierda del Sena. Visitaron París y Bilignin, el pueblo de la región del Ródano en el que se encontraba la casa de campo de Gertrude y Alice. Además, se documentaron en archivos, universidades y bibliotecas francesas y estadounidenses.

La idea de vicio y desenfreno que se ha transmitido a lo largo del tiempo sobre el París de los años veinte, dista mucho de la realidad que vivían este grupo de mujeres en el día a día. Sylvia Beach era abstemia, a pesar de que fue quien presentó a los míticos James Joyce y Valery Larbaud (pero no les acompañaba en sus conocidos encuentros alcohólicos); Gertrude Stein y Alice Toklas no toleraban a los borrachos, no les invitaban nunca más cuando los detectaban; Natalie Barney decía: "como nací embriagada, solo bebo agua", y así sucesivamente. 

Todas ellas se veían atraídas por París debido a una libertad importantísima que ofrecía a las mujeres: la libertad para trabajar. Sin la intervención de Sylvia Beach, qué hubiera sido de James Joyce. Sin la de Stein, qué hubiera sido de Picasso. Solo por citar los casos más relevantes y que más han trascendido a la historia del arte. París les permitía vivir libremente siendo ellas mismas, puesto que, en general, en otros lugares no podían dar rienda suelta a sus gustos intelectuales ni a su orientación sexual no heteronormativa. Juntas se enriquecían mutuamente dando lugar a un grupo inteligente, creativo y fascinante.

Por el momento, no he conseguido encontrar la manera de ver el documental "París era mujer", por lo que os dejo el enlace al vídeo de la presentación del libro en Madrid (2015). Si alguien sabe dónde encontrarlo... please.



Había algo en ser extranjera que ampliaba aún más las posibilidades de ser una misma en París. Por ese motivo, hubo algunas mujeres como Djuna Barnes que, aún formando parte de los movimientos bohemios e intelectuales norteamericanos, también quisieron viajar a París. Todas ellas acababan hartas de que en las entrevistas siempre les preguntaran por Hemingway o Picasso, y buscaban la manera de hablar también de sus compañeras, no solo porque indudablemente supusieran el núcleo vital del movimiento, sino porque sabían que por el hecho de ser mujer no se las tomaba tan en serio y que, si no eran ellas las que se pusieran de relieve unas a otras, nadie lo haría.

Escritoras, fotógrafas, actrices, editoras, pintoras y libreras. Según Andrea Weiss, además de mujeres e intelectuales, eran lesbianas o bisexuales en su mayor parte y no se promocionaron a sí mismas como hicieran los hombres (no sentían esa ambición desmedida por destacar a toda costa), y esto supuso que a pesar de su enorme aportación, hayan quedado relegadas de la historia más mainstream o convencional. Quienes vivieron más, siguieron documentando y reivindicando la obra de todas. Como recuerda Weiss, Freund insistía en que Beach y Monier (libreras y editoras) posaran junto a James Joyce en las fotografías que les realizaba, porque si no aparecían en las fotos, nadie las recordaría. Todas ellas crearon su propia obra y fueron pieza clave en las relaciones de otros artistas, que a su vez se enriquecieron con sus influencias unos a otros. No deben caer en el olvido.

Recordando a Gertrude Stein en Père-Lachaise, París

lunes, 3 de agosto de 2020

"Borderlands: la frontera" - Gloria Anzaldúa



Varias personas cuyo criterio respeto, me habían recomendado mucho “Borderlands”, un ensayo de los 80 de Gloria Anzaldúa (1942-2004), que sigue vigente y aún contiene enseñanzas muy valiosas. Desde que leí la información sobre la autora que aparece en la solapa del libro, me encantó y pasé un poco en diagonal las introducciones iniciales en busca de sus palabras. Vi por ejemplo que se define a la frontera como un “confín contra natura”: no puedo estar más de acuerdo. ¿Qué os pasa con las rayitas imaginarias en el suelo? La tierra no nos pertenece, en cualquier caso, nosotros le pertenecemos a ella, ¿quiénes nos creemos para repartírnosla, prohibírnosla unos a otros, etc.?
Sigo leyendo y descubro que este ensayo es un conjunto de textos de diversas naturalezas, que recogen influencias de la historia mexicana, así como familiar y personal de Anzaldúa.

Originalmente, es un libro escrito sobre todo en inglés, con amplios fragmentos en español y términos en náhuatl: la traducción tuvo que ser entretenida. Es importante no leer solo feminismos de nuestro país o que persiga exactamente nuestros intereses: esto desvirtúa la naturaleza del movimiento y es peligroso, porque hace pensar que no existe mucho más allá de la realidad personal que ya se conoce, y todo lo demás que existe no tiene que ser ni por asomo igual o parecido: cada realidad tiene su propio caleidoscopio de enfoques y circunstancias.

Para mí, en el feminismo hace falta incluirlas a todas; y digo todas desde una perspectiva antiespecista. Cuando se escribió este libro, la necesidad de nombrar la diversidad se hallaba aún en estado incipiente. Hoy aún cuesta muchas discusiones hacer entender que hay mucho más allá de las narices y la mente cerrada de las personas con quienes se discute. Casi siempre es agotador.

p. 42  La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta donde el Tercer Mundo se araña contra el primero y sangra. Y antes de que se forme costra, vuelve la hemorragia, la savia vital de dos mundos que se funde para formar un tercer país, una cultura de frontera. Las fronteras están diseñadas para definir los lugares que son seguros y los que no lo son, para distinguir el us (nosotros) del them (ellos). Una frontera es una línea divisoria, una fina raya a lo largo de un borde empinado. Un territorio fronterizo es un lugar vago e indefinido creado por el residuo emocional de una linde contra natura. Está en un estado constante de transición. Sus habitantes son los prohibidos y los baneados. Ahí viven los atravesados: los bizcos, los perversos, los queer, los problemáticos, los chuchos callejeros, los mulatos, los de raza mezclada, los medio muertos; en resumen, quienes cruzan, quienes pasan por encima o atraviesan los confines de lo “normal”. Los gringos del suroeste de Estados Unidos consideran a los habitantes de las tierras fronterizas transgresores, extranjeros –tanto si tienen documents como si no, tanto si son Chicanos como si son Indios o Negros–. Prohibida la entrada, los trespassers serán violados, mutilados, estrangulados, atacados con gas, shot. Los únicos habitantes legítimos son quienes tienen el poder, los blancos y quienes se alían con los blancos. La tensión se apodera de los habitantes de las tierras fronterizas como un virus. La ambivalencia y el malestar residen allí y la muerte no es una extraña.
p. 44  En 1521 nació una nueva raza, el mestizo, el mexicano (gente cuya sangre era mezcla de española e india), una raza que no había existido con anterioridad. Los Chicanos, los mexicano-americanos, son los descendientes de aquellos primeros emparejamientos.

Me ha gustado mucho una reflexión sobre la ignorancia y lo sobrenatural. Según Anzaldúa, los seres humanos generalmente temen lo sobrenatural, tanto lo antidivino (impulsos animales como la sexualidad, el inconsciente, lo desconocido, lo extraño) como lo divino (lo suprahumano, el dios en nosotros). Mientras la cultura y la religión nos "protegen" de estas dos fuerzas, la hembra es temida por ser capaz de crear entidades, por sangrar cada mes y no por ello morir, por estar en sintonía con los ciclos de la naturaleza. Y así, se teme todo lo que es diferente o no se consigue entender (lo extraño, lo raro, lo que no se ajusta a lo hetero-establecido), se ataca por pura ignorancia, porque no se nos educa en respetar lo que no entendemos, sino a protegernos de ello.

p. 61  En una universidad de Nueva Inglaterra donde daba clases, la presencia de unas pocas lesbianas hacía que los alumnos y profesores heterosexuales más conservadores entraran en pánico. Las dos alumnas lesbianas y las dos profesoras que éramos lesbianas nos reunimos con ellos para comentar sus temores. Uno de los alumnos comentó: “Yo pensaba que homofobia significaba miedo de ir a casa después de un periodo de residir en otro lugar”.
Y yo pensé: qué apropiado. Miedo de ir a casa. Y de que no te acepten.

También me gusta mucho la reflexión que muestra cómo la cultura occidental ha convertido en objetos a las cosas y a las personas al distanciarse de ellas, con lo que han perdido el contacto. La mente mágica o abstraída es patologizada o menospreciada por salvaje. Según Anzaldúa, en esa dicotomía se halla la raíz de toda violencia. Y no puedo estar más de acuerdo, porque cuando te das cuenta de que vives en una sociedad donde la vida es mercancía, ya solo puedes vivir permanentemente espantada. Es terroríficamente sencillo acceder a los cuerpos de mujeres y animales. Me refiero a cuerpos como unidades políticas, a cuerpos sintientes con respecto al dolor y a las emociones: cuerpos que quieren vivir. Las mujeres que, esclavizadas, trabajan con su cuerpo, realmente no lo hacen con sino en su cuerpo. En cuanto al cuerpo de los animales, son piezas fabricadas artificialmente para poner a la venta descuartizadas. En ambos casos se trata de cuerpos explotados de modo que unos señores que no ponen su cuerpo y sí tienen todos los privilegios, se enriquecen con el sufrimiento, explotación y asesinato ajeno. No busquéis abolicionismo o antiespecismo en Anzaldúa porque no lo vais a encontrar, esas reflexiones son mías porque no puedo pensarlas aisladas del feminismo, pero no son el objeto de este libro.

La primera mitad de Borderlands me ha gustado mucho, pero los poemas y las entrevistas que se incluyen después, no los he encontrado tan informativos, ricos en matices y bien redactados, o por algún motivo no he conectado con ellos. Sin embargo, en general es una lectura muy recomendable que una vez se contextualiza, puede servir para derribarnos algunas barreras mentales molestas que aún tengamos en pie.

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