lunes, 16 de junio de 2014

Las ratas del Retiro


Termina un año más la FLM sin que esta vez haya tenido que trabajar en ella (nunca más, te lo prometo, nunca más, me repito como una letanía, una nana apaciguadora). El recuerdo del frío de la interminable edición de 2013 me hace temblar sólo un instante y olvido que la feria existe. Tuvo que llegar la promesa de las firmas de gigantes como Pilar Pedraza, Neil Gaiman, Javier Marías... y una compañía inmejorable para que cediera a abandonar mi refugio en el norte y poner rumbo a ese lugar de recuerdos y perdición, aparcar el corcel en la tantas veces atravesada puerta del parque frente a la boca del metro de Ibiza y... ratas.

Las mismas caras, los mismos estantes combados, el mismo mal olor, el mismo calor, los mismos libros en la mayoría de expositores, el mismo polvo de siglos sobre las cubiertas, el mismo sopor negro apagado y mate, las mismas actividades sin imaginación, algunos kilos de más y la sombra de unas ojeras que antes no estaban, o acaso es que el año pasado no las supimos ver.

Los busco, pero no encuentro ni un solo segundo de la vida que perdí entre esas paredes de contrachapado. El revuelo se centra como siempre en las casetas donde firman los que no saben hacer la o con un canuto. Concursantes de programas de televisión, presentadores trasnochados, farsantes disfrazados. 

Miro al pasar a los escritores desconocidos que esperan el primer libro para firmar: el brillo desesperado de sus ojos contrasta con su gesto despreocupado ensayado frente al espejo. Sigo caminando y veo también los rostros-máscara de los habituales del underground literario... y ratas por doquier.

Por suerte, un tic-tac, toc-toc de color rosa que ondea sujeto con pinzas, golpea suavemente en mi contradictoria cabeza, me despierta de la ensoñación y vuelvo a sonreír, esquivando curiosos y lectores.

Caminando de puntillas con cuidado... con brújula pero sin mapa conseguimos charlar con las chicas de las librerías feministas, aprendemos, intercambiamos direcciones de contacto, compartimos y llenamos la mochila de energía (cada día que pasa me reafirma más en que la vida es un maldito videojuego).

Mestre, mágico y multicolor
Las pinceladas de Juan Carlos Mestre se elevan y vuelan sobre los techos de las casetas y bañan el parque entero de destellos y luces multicolores; el increíble e inigualable Frank G. Rubio me consigue una camiseta de Valdemar mientras ante su regocijo prometo erigirle una estatua junto a la del Ángel Caído del Retiro; el barquillero grita; un niño deja caer para siempre la bola de su helado al suelo; alguien compra por casualidad un libro de Deleuze en Traficantes de Sueños sin saber que en ese instante algo enorme en su vida cambia; el cuarteto de cuerda interpreta Nothing else matters a la sombra; en Huerga y Fierro ya no hay latas de cola para Leopoldo María Panero (DEP, maestro de tinieblas); alguien sonríe de medio lado mientras lee un libro de Tiqqun apoyado contra un árbol; una historia antigua que habita dentro de un poema (como los fantasmas de Morey, lanzándose desde el futuro al pasado) me guiña al pasar un ojo; el gato de Gaiman sigue protegiendo el brazo de las cosas buenas; en el lago del Retiro un remo golpea una botella con un mensaje dentro... 

...y en ese mensaje...
Está escrito tu nombre.

Gracias, Frank.

2 comentarios:

  1. No me atreveré a decir que el 'Nothing else matthers' pueda sonar mal desde un cuarteto de cuerdas. Pero tampoco me gustan las gambas con nocilla y sigo sin decir digo nada, pero sí... la vida es un maldito videojuego plagado de ratas.
    Y a veces creo que hasta lo saben...

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  2. https://www.youtube.com/watch?v=rbTozgoj9OQ&feature=youtube_gdata_player
    Nothing else matters en manos de cuatro violonchelistas, es pura magia. El cuarteto del Retiro no es igual y el entorno no ayuda a evadirse... pero es una de las pinceladas que aportan color y frescura a la feria.
    Besos :)

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