domingo, 17 de noviembre de 2013

Limpia, fija y da esplendor

Este es el anuncio con el que la Academia de Publicidad felicita a la RAE por su tricentenario:



Javier Marías lo menciona en su artículo de hoy para "El País Semanal":

La Academia de la Publicidad ha obsequiado a la RAE, por su tricentenario, con un anuncio en el que una madre riñe a un niño en un español desastroso, y luego, tras mirar el Diccionario, le vuelve a echar la regañina con corrección gramatical y léxica. También han llovido improperios: ¿por qué ha de ser una mujer la que hable mal? Supongo que tenía que ser una mujer o un varón, una de dos, y que daba lo mismo. Quizá los de la Publicidad deberían haber elegido a un progenitor hermafrodita, transmitiendo así una imagen muy realista. Claro que entonces se habrían soliviantado los escasos hermafroditas, con mayor razón, imagino. La verdad, no hay manera de decir ni hacer nada sin ofender hoy a alguien y ser objeto de denuncia. La vocación inquisitorial es la más extendida, y el mundo está dominado por la susceptibilidad exacerbada. Si no fuera porque ésta trae consecuencias –ya lo dije al principio–, aquél sería un lugar bienaventurado, de una comicidad irresistible.

Ojalá existiese un ambientador tan eficaz para las casas, los armarios y las mentes que no se airean nunca. O, por qué no, un spray de bolsillo para que los más débiles se defendiesen de quienes les adulan con faltas de ortografía, de decoro y de sentido común.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"Ánimo del poeta"

¿No estás emparentado con cuanto vive?
¿No se acerca a servirte la misma Parca?
¡Marcha, pues, indefenso,
por la vida, y de nada cuides!

Para ti, cuanto ocurre sea bendito,
sea trocado en gozo. Pues ¿qué podría
dañarte, corazón,
ocurrirte por donde vayas?

Como en la costa plácida, o el seno alzado
de la ola de plata, o la callada
hondura, el nadador
avanza, así estamos nosotros,

los poetas del pueblo, donde lo vivo
alienta en torno, a todo con amor dándonos;
si no ¿cómo cantar
a cada uno su propio dios?

Si las olas a alguno de los valientes,
nadando en su confianza, absorben y hunden,
y la voz del cantor
en el azul ámbito calla;

murió alegre, y aún lloran los solitarios,
en su bosque, la suerte del más amado,
y la muchacha escucha
la endecha muerte en la espesura.

Si alguno de los nuestros pasa, en la tarde,
donde se hundió el hermano, recuerda entonces
el final que le aguarda,
calla, y marcha más confortado.








Friedrich Hölderlin. Poemas. Trad. e introduc. de José María Valverde. Ed. Icaria, 1983

martes, 12 de noviembre de 2013

"El juego de las nubes" - J. W. Goethe


Este libro es sólo una curiosidad, una rareza: ni es el mejor libro de Goethe ni nadie ha dicho que lo sea, no nos llevemos a engaño. Es tan solo que resulta llamativo descubrir hasta qué punto le apasionaban los fenómenos atmosféricos a este grandísimo escritor, que incluso escribía en un diario las variaciones que observaba cada día en el cielo.

Ilustración de Goethe
Pertenece a la colección de libros ilustrados de la editorial Nórdica, y por tanto incluye algunas imágenes: unas pocas, bocetos muy sencillos, fueron realizadas por el propio Goethe, han sido extraídas de las páginas de sus cuadernos de anotaciones y fueron realizadas entre 1816 y 1820.

El resto de imágenes (o la mayoría) son de Fernando Vicente. Representan cielos cubiertos iluminados con la luz característica de determinados momentos del día y todas incluyen personajes ataviados con trajes de la época, que sitúan la obra en su tiempo y a la vez evocan la lírica de los textos de Goethe.

Ilustración de Fernando Vicente
Puede parecer que la observación de los sucesos atmosféricos era un entretenimiento lírico y relajado pero va mucho más allá, puesto que Goethe se interesaba tanto por estos asuntos que llegó a investigar leyendo los libros de especialistas de aquella época, y esto se aprecia en el segundo apartado de este libro, titulado "Ensayo de meteorología": cita sus lecturas y denomina a cada tipo de nube por su nombre exacto.

Uno de los grandes aciertos de este libro es la imagen seleccionada para la cubierta: el hecho de jugar con una nube en forma de calavera (objeto que nunca se cita en el libro) demuestra el conocimiento del dibujante sobre la obra de Goethe, ya que una imagen tan lírica y tenebrosa al mismo tiempo es absolutamente perfecta para ilustrar la obra del autor de "Faustoª.

domingo, 10 de noviembre de 2013

"América y otros relatos" - Arthur Schnitzler


Este libro es una joya, y no exagero si digo que es uno de los mejores libros de relatos que he leído en los últimos años. Ha sido publicado por la editorial Marbot, que ya tenía en su catálogo otras dos obras de Schnitzler ("La señora Berta Garlan" y "Doctor Graesler, médico de balneario"). Otro buen puñado de títulos del mismo autor se pueden encontrar en la editorial Acantilado, que también ha hecho un gran trabajo para dar a conocer su obra. 

Para ubicarlo fugazmente, un dato interesante es que Schnitzler es el autor de "Relato soñado", la pequeña y deliciosa novela en la que se inspiró Stanley Kubrick para rodar "Eyes Wide Shut". Pertenece a la maravillosa generación de escritores de los últimos decenios del s. XIX y primeros del XX y se caracteriza por una escritura elegantísima y unas tramas casi siempre basadas en sucesos factibles en la vida real, en las que introduce algún elemento esquizoide. Analiza de una forma magistral las tribulaciones del alma humana: no en vano, fue pionero en utilizar el monólogo interior en lengua alemana. Yo diría que es el maestro de la desesperación y de la duda. Se desenvuelve en las tinieblas de la noche y en los brillos confusos de los amaneceres como pocos escritores saben hacerlo.

La mayoría de personajes de estos relatos tienen en común rasgos egoístas en su personalidad, también cierta facilidad para mentir y salir (no siempre) airosos, lo que no les convierte en las mejores personas pero sí en utensilios valiosísimos para que el escritor que les dio vida exprese a través de ellos la mediocridad que ocasionalmente se encuentra en el alma humana, o que quizá permanezca latente siempre.

Schnitzler era médico, y esto se refleja en algunos relatos, en los que describe con precisión, por ejemplo, el mal que ataca a las cuerdas vocales de una joven cantante, o la preparación de venenos químicos para cometer asesinatos. La muerte, utilizada como recurso constante en sus relatos, parece haber sido una de las obsesiones de este autor, mientras vivía.

Algo que destaca en esta colección de cuentos es la presentación formal de cada uno de ellos. Pues no todos siguen estructuras clásicas, "La comedieta", por ejemplo (uno de los mejores de todo el libro, pero hay tantos buenos) es una historia que se narra a través de las cartas que los dos protagonistas envían a sendos amigos de confianza y, a través de la lectura intercalada de las de uno y otro, el lector es capaz de atar cabos y tejer la trama.

Existen personajes de todo tipo y condición, pero abundan los artistas (escritores, bohemios...) y los jugadores empedernidos (ricos que casi siempre ganan y pobres que pierden lo poco que tenían tras apostarlo todo): son tipologías con las que Schnitzler compone tramas geniales.

Otro tipo de cuentos, que suelen ser mucho más cortos que el resto, son los que tienen finalidad moralizadora, y que plantean una situación que el autor lleva al extremo de una forma un tanto artificial para hacer hincapié en los aspectos que le interesa destacar. Por ejemplo, "La corbata verde" plantea en tan solo tres páginas las críticas feroces con las que la sociedad ataca el aspecto externo, de forma que, lleve uno lo que lleve, jamás lo llevará al gusto de todo el mundo.

Por último, tengo que destacar que las ediciones de las obras de Schnitzler son siempre un lujo: las publicadas por Acantilado debido a su elegancia y buen hacer habituales, y las de Marbot por la delicadeza de la tipografía y la pulcritud de la maquetación, especialmente: son libros en los que no es fácil detectar ninguna errata, se respetan los márgenes y se utilizan los guiones de la medida correcta en cada caso, un lujo, si nos fijamos en el poco cuidado que demuestran tener muchas editoriales actuales.

Hago esta recomendación con especial ahínco: este libro cuenta, por decirlo así, con la matrícula de honor del mar de letras.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Autorretrato con radiador - Christian Bobin


Es más fácil leer que explicar "Autorretrato con radiador": porque es un libro que envuelve con una atmósfera extraña, muy silenciosa y solitaria, (que al parecer se asemeja mucho a la vida real de su creador) y susurra con una voz tímida y delicada secretos que, de tan sencillos, casi siempre resulta imposible plasmar con palabras. Pues bien, Bobin los plasma.

Bajo la apariencia formal de un diario con entradas muy breves, Bobin reflexiona, a grandes rasgos, de la vida, la muerte y  la literatura. Y de cómo esta última parece servir de compañera de viaje entre una y otra. En su caso, la literatura es precisamente el motivo de que la muerte no se precipite en su camino, en varios sentidos: no sólo es la herramienta que le sirve de sustento (Bobin cuenta con más de cuarenta libros publicados, aunque en castellano sólo se hayan publicado cuatro), sino que también es el alimento espiritual que impulsa sus fuerzas para seguir adelante.

Domingo 7 de julio

Ya por dos veces me ha devuelto a la vida. Podría por lo menos, por cortesía, citar su nombre: Tomas (sin h) Tranströmer. Poeta sueco. La reseña dice que es psicólogo de profesión, que todavía vive, que en 1990 se volvió afásico. A veces uno de sus poemas viene a aletear a la altura de mis ojos, me da de comer con su pico y después se va, recuperado por la oscuridad de donde salía, de donde él saca su alimento — y por añadidura el mío.

Christian Bobin no acostumbra a viajar, dar conferencias, salir por la tele, promover, en fin, su trabajo haciendo ruido. Su espíritu se conforma con las cosas más insignificantes y humildes del día a día, y a partir de ellas construye su riqueza. Sólo alguien como él podría describir la literatura y el amor de este modo:

Lunes 24 de febrero

La literatura eterna —cuentos, mitos, leyendas— apareció en la tierra con los primeros hombres. Les permitió habitar la tierra sin morir de frío. El fuego y la voz que narra se inventaron al mismo tiempo, dando el mismo calor y logrando el respeto de los animales salvajes. La literatura eterna debió de venir así: alguien se inclina sobre alguien que está enfermo, empieza a contarle la gran leyenda de los albores, el torbellino de los fines, el carnaval de los dioses, y mediante esa voz que inventa, llega un poco de luz a la oscuridad. La literatura eterna ya estaba allí, entera, en ese tiempo en el que los hombres iluminaban las cavernas con coloreados fantasmas de caballos. Llegó al mismo tiempo en el que el miedo entró por vez primera en un alma, por una grieta de la carne  un cazador mordido en el talón por una serpiente, un niño con los ojos brillantes de la fiebre, una mujer perdiendo su sangre, tumbada cerca de las cenizas, un pintor de bisontes, que se volvió ciego, un anciano, con sus piernas atrapadas por el hielo. La literatura eterna es la medicina más antigua del mundo. Es anterior a la escritura. Antes de depositarse sobre unas tablas de arcilla, purificó voces, sosegó almas. Sigue haciéndolo cada vez que una madre se inclina sobre su hijo adormecido por el cansancio, y cuenta un cuento, canta una cancioncilla. Nunca ha existido una distinción real entre la palabra y la escritura. La escritura es la hermana pequeña de la palabra. La escritura es la hermana tardía de la palabra en la que un individuo, viajando desde su soledad a la soledad del otro, puebla el espacio entre las dos soledades con una vía láctea de palabras. Lo que nos habla, es lo que nos ama. Una palabra privada de amor es una cosa sorda, sin consecuencia. "No sé hablarte, luego te mato": el amor es un esfuerzo para salir de ese crimen natural de cada uno por cada uno de nosotros. El amor es esa bondad elemental a partir de la cual una soledad puede hablar a otra soledad y, si es necesario, acompañarla hasta en la oscuridad. (...)

Este libro es una colección de aforismos enredados entre pensamientos de la más diversa índole. Lo único que podría reprochársele a esta edición española es que, antes de imprimirlo, el libro se debió caer, o acaso un duende intervino, el caso es que las tildes aparecen y desaparecen en los lugres más inoportunos. Perderse o no perderse, en fin, en su interior, siguiendo su hilo de Ariadna, es ya sólo una decisión vuestra.

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