miércoles, 26 de junio de 2013

"Butes" - Pascal Quignard


CAPÍTULO IX

De pronto lo antiguo se precipita.
Lo antiguo cae de las nubes.
Es el rayo mismo.
El trueno es la voz de este animal enorme y extremadamente negro que se llama tormenta.
Los relámpagos saltan desde lo alto del cielo con el deseo de venir a tocar la tierra.


Butes, Pascal Quignard: Editorial Sexto Piso, 2011


Butes mantiene esta intensidad todo el rato, es la delicadeza, la magia. Es uno de los libros más especiales que he leído nunca.

Me aproximo al secreto.
¿Qué es la música originaria? El deseo de arrojarse al agua.

martes, 25 de junio de 2013

"Comentarios sobre la sociedad del espectáculo" - Guy Debord


Cuando leí "La sociedad del espectáculo" me quedé absolutamente encantada con las teorías de Guy Debord y su asombrosa lucidez (esto puede comprobarse aquí); pero no sabía que ese libro (tan pequeño, tan eterno) tenía continuación en este que leo ahora, "Comentarios sobre la sociedad del espectáculo", editado magistralmente, como es habitual, por Anagrama.

Estos "Comentarios..." tienen tanta relevancia y aplicación hoy día como los postulados de "La sociedad del espectáculo": sin embargo, se comprenderán mucho mejor habiendo leído antes este último. Los comentarios son mucho menos crípticos y abstractos que "La sociedad...", y mucho más reflexivos. No obstante, fueron escritos veinte años más tarde (1988), con un margen suficiente para observar la pertinencia de las teorías expuestas (en 1967) y su aplicación en la sociedad capitalista. Precisamente, hacia el final de estos "Comentarios..." Guy Debord alude a este hecho de la siguiente manera, autocomplaciente (con razón) y sin ambages: 

Me enorgullezco de ser un ejemplo, muy raro hoy día, de alguien que ha escrito sin quedar desmentido enseguida por los acontecimientos; y no digo desmentido cien veces o mil veces, como los demás, sino ni una sola vez. No dudo de que la confirmación que están encontrando todas mis tesis ha de continuar hasta el final del siglo y aún más allá. La razón es sencilla: he comprendido los factores constitutivos del espectáculo "en el fluir de su movimiento, y por tanto sin perder de vista su lado perecedero", es decir, encarando el conjunto del movimiento histórico que pudo edificar este orden y que ahora está comenzando a disolverlo.

Este libro que, como decía, reflexiona detenidamente sobre la repercusión de "La sociedad del espectáculo" en la propia sociedad del espectáculo, también aporta una buena cantidad de ejemplos prácticos (sucesos políticos y sociales que pusieron de manifiesto el acierto de sus teorías); también explica el porqué de la redacción inicial de "La sociedad del espectáculo" dentro del ambiente de aquella época (en el marco de la Internacional Situacionista, movimiento del que fuera fundador), e incluso ejemplifica la mala gestión cultural y la depauperación de la industria de la literatura en la sociedad del espectáculo con datos acerca de la traducción de su propio libro:

El trabajo intelectual asalariado tiende normalmente a seguir la ley de la producción industrial de la decadencia, conforme a la cual la ganancia del empresario depende de la rapidez de ejecución y de la mala calidad del material utilizado. Desde que esa producción tan resueltamente liberada de cualquier traza de miramientos para con el gusto del público ostenta en todo el espacio del mercado, gracias a la concentración financiera y, por consiguiente, a un equipamiento tecnológico cada vez mejor, el monopolio de la presencia no cualitativa de la oferta, ha podido especular cada vez más descaradamente con la sumisión forzada de la demanda y con la pérdida del gusto, que es momentáneamente su consecuencia entre la masa de la clientela.

Personalmente, me quedo con esos fragmentos en los que Debord ataca a las clases dirigentes sin concesiones, aludiendo a la falta de valores, de cultura y a la mala gestión política de la que somos víctimas:

El juicio de Fuerbach acerca del hecho de que su tiempo prefería "la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad" se ha visto plenamente confirmado por el siglo del espectáculo, y eso en varios ámbitos en los que el siglo XIX había querido mantenerse apartado de lo que era ya su naturaleza profunda: la producción industrial capitalista. La burguesía difundió el espíritu riguroso del museo, del objeto original, de la crítica histórica exacta, del documento auténtico. 
(...)
El punto culminante se alcanza sin duda con la ridícula fascinación burocrática china de las grandes estatuas del enorme ejército industrial del primer emperador, que tantos hombres de Estado en sus viajes han sido convidados a admirar in situ. Lo cual demuestra, ya que ha sido posible burlarse de ellos tan cruelmente, que ninguno de ellos contaba entre la multitud de sus asesores con un solo individuo que entendiera de historia del arte de China ni de fuera de China. Es sabido que su formación es de otra índole muy distinta: "El ordenador de Su Excelencia no ha sido programado para responder sobre este particular". La constatación de que por primera vez se puede gobernar sin poseer el menor conocimiento de arte ni sentido alguno de lo auténtico y de lo imposible bastaría por sí sola para conjeturar que todos esos papanatas ingenuos de la economía y de la administración acabarán probablemente por conducir el mundo a alguna gran catástrofe, en el caso de que su práctica efectiva no lo hubiese ya demostrado.

Por último, una idea fundamental que por sí sola podría justificar la existencia de este libro: la constatación de la desaparición del concepto clásico del consejo de sabios como formato ideal de gobierno de un pueblo, así como de los grupos de debate e intercambio social y político:

Es que ya no existe el ágora, la comunidad general, ni tan siquiera unas comunidades limitadas a organismos intermedios o instituciones autónomas, a los salones o a los cafés, a los trabajadores de una sola empresa; no queda sitio en donde el debate sobre las verdades que conciernen a quienes están ahí pueda librarse a la larga de la apabullante presencia del discurso mediático y de las distintas fuerzas organizadas para aguardar su turno en tal discurso. No existe ya el juicio, con garantías de relativa independencia, de quienes constituían el mundo erudito; por ejemplo, de quienes antaño cifraban su orgullo en una capacidad de verificación que les permitía aproximarse a lo que se llamaba la historia imparcial de los hechos, o al menos creer que ésta merecía ser conocida. No queda ya ni verdad bibliográfica incontestable, y los resúmenes informatizados de los ficheros de las bibliotecas nacionales borrarán sus huellas con tanto mayor facilidad.

Las sentencias de Debord impresionan por su actualidad y acunan y acompañan en estos (en palabras de Javier Marías) tiempos ridículos.

Aquello de lo que el espectáculo puede dejar de hablar durante tres días es como si no existiera.


lunes, 24 de junio de 2013

"El sexo y el espanto" - Pascal Quignard


El taedium de los romanos se prolongo hasta el siglo I. La acedia de los cristianos apareció en el siglo III. Reapareció bajo la forma de melancolía en el siglo XV. Regresó en el siglo XIX con el nombre de spleen. Y regresó en el siglo XX con el nombre de depresión. No son más que palabras. Un secreto más doloroso habita en ellas. Del orden de lo inefable. Lo inefable es lo "real". Lo real no es otra cosa que el nombre secreto de lo más detumescente en lo profundo de la detumescencia. A decir verdad, no hay más lenguaje que el lenguaje. Y todo lo que no es lenguaje es real.

El sexo y el espanto. Pascal Quignard, Editorial Minúscula, 2006.


Quignard, como novelista, es asombroso: como ensayista, admirable.
Siento verdadera ansiedad por seguir consiguiendo libros suyos, pero eso me hace sentir bien.

domingo, 23 de junio de 2013

"Rizoma" - Gilles Deleuze


Quizá no sea yo quien (desde luego no todavía) para comentar ninguna obra de Gilles Deleuze. Pero algunos de los conceptos que él propone en sus libros me parecen tan increíbles y hermosos, que quiero darle voz en este espacio para extender su obra como un virus, para que este blog haga rizoma con el concepto de rizoma, para que lo haga con Deleuze.

Hablaré sólo del concepto de rizoma. Rizoma como planta que se extiende y se extiende... ocupando espacios de terreno favorables, contra la idea de árbol que enraíza profundamente en la tierra, un punto estático que crece tan solo hacia arriba, sin abarcar ningún otro espacio a su alrededor.

¡Haced rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea, no el punto! La velocidad transforma el punto en línea. ¡Sed rápidos, incluso sin moveros! Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga. ¡No suscitéis un general en vosotros! Nada de ideas justas, justo una idea (Godard). Tened ideas cortas. Haced mapas, y no fotos ni dibujos. Sed la Pantera Rosa, y que vuestros amores sean como los de la avispa y la orquídea, el gato y el babuino.

El concepto línea de fuga aparece cuando una de las extensiones del rizoma ocupa un espacio de terreno que resulta no ser favorable. En ese momento, esa extensión se corta, lo que no significa que el rizoma al completo, ni ninguna otra de sus partes, se vea afectado. Supongo que esto tiene mucho que ver con alejarse de aquello que hace daño, o lo que es lo mismo, con el más puro instinto animal (...habrá que apoyarse directamente en una línea de fuga que permite fragmentar los estratos, romper las raíces y efectuar nuevas conexiones. Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas, y según otras).

En “Rizoma” (Pre-Textos, 2013), Gilles Deleuze y Félix Guattari introducen a dos voces intercaladas (rizomáticas) el concepto de rizoma que se completa en el libro “Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia” (Pre-Textos, 2010). Sin embargo, para disfrutar de una primera toma de contacto con las teorías de Deleuze, para los no iniciados, es muy recomendable el libro de Maite Larrauri, titulado “El deseo según Gilles Deleuze”, publicado en la colección “Filosofía para profanos” de Ediciones Tándem. En este libro, además del concepto de rizoma, también tenemos a los huracanes gozosos contra los huracanes resentidos, la desterritorialización (línea de fuga), la orquídea y la avispa...

El rizoma es una multiplicidad que cambia a medida que aumentan sus conexiones.

Libros que, ciertamente, son muy baratos: sirven para toda la vida.

martes, 18 de junio de 2013

"Agua" (un poema de Adriana Bañares)


Me han abierto el pecho en canal sin anestesia, y en
su interior no vi un ser humano: solo vi agua. Agua
densa y muy azul. Mi interior solo es gelatina que
ocupa cada recoveco de mi cuerpo. Mi alma es agua.
Variable, voluble, agua.
Por eso comprendí que en verdad era mi mente
quien ve, pues mis ojos son agua, parte de alma. El
concepto de satisfacción es un concepto auxiliar del
concepto de verdad. Soy una asignación insatisfecha,
incontingente, maleable, café mi sangre, de agua
hecha. Si lloro, es porque mi alma se desborda. Por
eso cuando llego al orgasmo siento literalmente que
me derrito. Todo mi cuerpo se hace agua.

No hay cuerpo, solo soy alma.


Adriana Bañares, Ánima esquiva, Editorial Origami, 2013

Adriana tuvo la amabilidad de dedicarme un ejemplar de "Ánima esquiva" en la feria del libro de Madrid hace unos días, y yo leí este poema vestida de azul, con armadura de escamas.

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